Leo en redes sociales que Tava Ortega Arteaga amenaza con renunciar al PRI si el partido da poder “a los mismos de siempre”. La amenaza de migración está latente. El asunto es a dónde iría la panuquense.
Algunos dirían que a ningún lado, pero siendo un ente político la mujer que saltara a la fama con su receta política de los huevos tibios, difícilmente se le podría ver ajena a esta actividad… la de la política, no de la cocina. Por eso, muchos ya ven a Tava Ortega en Morena.
Las razones para imaginarla “haciendo historia” se da en esas versiones que insisten en haberla vista el pasado jueves en el Congreso local de Veracruz, lo cual no tendría nada de extraordinario, de no ser por dos circunstancias:
1.- Al menos por la entrada principal, nadie la vio entrar y por ende, tampoco hay registro de su acceso como de su salida. ¡Momento! Eso no impide que haya entrado por la cochera y no precisamente en su unidad…
2.- Con quien presumen que estuvo es el diputado Zenyazen Escobar. No hay nada extraordinario pues una es maestra (y no de cocina) y el otro igual es maestro (y no de chippendale).
De ser cierta esa versión que abarca los dos puntos anteriores, podríamos estar hablando que Tava Ortega tendría un pie en Morena.
El Centaurito y Sara
¿Ha oído esas leyendas donde se aparecen los espíritus tras repetir tres veces su nombre? A lo mejor lo ayude si recuerda la película de Michael Keaton llamada “Beatlejuice”... o algo más viejo como fue “Candyman”... o las leyendas urbanas frente a un espejo llamando a Verónica o Bloody Mary… o quizás recientemente haya oído de la película “Nunca digas su nombre” que evoca al personaje de una novela llamado por su apodo como “Bye Bye Boy”... Pues así me sentí yo ¡y no se me apareció el Diablo! Pero sí me espantó lo que me enviaron, con respecto a mi columna de ayer llamada “En la antesala de un feminicidio”, donde cité al Centauro, personaje mitológico que representa a la barbarie y enfaticé que no me refería a Luis Alberto Muñoz López, propietario de la empresa de Seguridad Privada Centauro, de quien se dice aspira ser el próximo titular del Consejo Estatal de Seguridad Pública…
Pues no sé si cité tres veces la palabra Centauro, que se me apareció en mi bandeja de correo lo siguiente:
“A la comunidad de la Universidad Veracruzana:
“En pasados días fui testigo junto con varios compañeros estudiantes de un lamentable acto de prepotencia, abuso de autoridad, misoginia y acoso. Todo esto pasó en el corazón de nuestra universidad, en la Facultad de Contabilidad y Administración de la Universidad Veracruzana en Xalapa.
“Un tipo de nombre Edgar, hijo del dueño de la empresa de seguridad Centauro, arribó a las instalaciones de la universidad en busca de una de las alumnas argumentando que tenía que hablar con ella porque era su novio. Al negársele la entrada y sin que le importara que hubiéramos testigos, comenzó una serie de actos violentos y en actitud retadora dijo que él era el hijo del dueño de la empresa que proveía seguridad a la universidad y que tenía problemas con su supuesta novia, problemas que iba a arreglar; al final el problema se hizo tan grande que llegó la policía estatal para controlar al agresor.
Atentamente: Rosalba García” (Texto editado para su publicación).
Por supuesto, habrá que preguntarle a la rectora qué tan cierto es que la empresa Centauro presta sus servicios a la UV; si tiene información al respecto de lo sucedido en dicha facultad y si es así, qué va a hacer, porque todo indica que el joven Edgar no sólo considera de “su propiedad” a la novia, sino también a la empresa de su padre y hasta el Alma Máter de los veracruzanos…
Ojalá la joven agredida haya puesto denuncia de por medio ante la Fiscalía y no precisamente como un simple antecedente… hay que considerar las circunstancias que rodean al novio…
¡Ah! Y el remedio para estas invocaciones que emplean el número 3, dicen que es “Cruz, cruz, cruz, que se vaya Edgar, y que venga Jesús”.
smcainito@gmail.com |