Sin embargo, antes de aspirar a la candidatura del tricolor, que será más cuesta arriba que la negociación del Tratado de Libre Comercio, Ildefonso Guajardo deberá aclarar algunos de los puntos negros al frente de la Secretaría de Economía que ahora encabeza.
El principal lastre de Guajardo no está en su responsabilidad directa, aunque no deja de ser una tarea propia de su dependencia, porque fue él mismo quien mandó llamar al titular de Profeco, Rogelio Cerda, para convertirlo en el procurador federal del Consumidor, cuya tarea dejó mucho que desear.
En primer lugar la responsabilidad de aclarar las denuncias de los gasolineros que se quejaron de ser extorsionados por los funcionarios de la Profeco, luego fue señalada como una instancia que inducía el consumo.
La Profeco se encargaba de anunciar, propinas de por medio, los mejores productos y los más baratos, aunque a la hora del consumo ni eran los de mejor calidad ni lo más económicos.
Un punto del que nadie quiere hablar ahora en las oficinas de Profeco fue que se convirtió en el epicentro de la guerra sucia durante la campaña de proselitismo, atacando con todo el potencial de la institución a Andrés Manuel López Obrador, sus municiones eran memes, caricaturas, noticias falsas, descalificaciones gratuitas, rumores, etc.
Si Guajardo sabía de estas operaciones al interior de Profeco, lo convierten en cómplice si no lo sabía lo muestran como ingenuo. Ninguna de las dos posturas le servirá al actual secretario de Economía para enarbolar con calidad moral la candidatura de ningún partido político.
La Profeco siempre ha estado bajo sospecha. Su tarea exige de definiciones claras y desde la llegada del regiomontano Rogelio Cerda, nunca las tuvo.
Su cercanía con Rodrigo Medina de la Cruz, quien ha sorteado la cárcel por obra y gracia del actual gobierno federal, lo hace sospechoso de practicar movimientos extraños en las finanzas de ese periodo.
Todavía está en la memoria de los mexicanos aquella detención del director nacional de Verificación y Vigilancia de la Profeco, José Guadalupe Aguirre Solís, con 275 mil pesos cuya procedencia no pudo acreditar, por lo que fue puesto a disposición del agente del Ministerio Público de la Federación, por el presunto delito de lavado de dinero.
Pero bastó una llamada, nadie sabe de dónde, para que el funcionario de la Profeco, saliera de los separos, le regresaron el dinero, y el asunto quedara arreglado, por lo menos para las instancias oficiales.
Nadie dudó de que esa cantidad provendría de la extorsión a gasolineros, práctica muy usual en la Profeco desde la llegada de Cerda Pérez.
Éstos son sólo algunos de los puntos que debe aclarar ante la opinión pública antes de llegar a Nuevo León a intentar dirigir el destino de los nuevoleoneses.
La falta de respeto a los legisladores se hizo presente recientemente cuando se le cuestionó sobre su participación en el incremento del precio a la gasolina. El secretario de Economía afirmó burlón y prepotente que los pobres no comían gasolina. En un menosprecio por los pobres y en respuesta a quienes le aseguraban que aumentado la gasolina se incrementa el precio de todos los productos de consumo básico.
El desprecio por la gente que no está cercana, la idea de tratar con extranjeros, su posibilidad de tener frente a sí los reflectores de tres países provocaron una soberbia que Guajardo no mostraba al inicio del sexenio.
Ahora que considera contar con los atributos suficientes para convertirse en gobernador de Nuevo león no se ha dado cuenta que junto a los atributos, a la par de la capacidad financiera, está la simpatía y el carisma que debe tener todo político para competir por un puesto de elección popular.
Ildefonso Guajardo será descalificado en más de una ocasión de no aclarar por lo menos estos conflictos en los que se metió para intentar fortalecer a un candidato que fue colocado en la competencia electoral por capricho. En esa misma posición se vería Guajardo de no mostrar las razones por las cuales hizo lo que aseguran muchos que realizó, o bien rechazar, con pruebas que nunca cometió estos actos de corrupción que se le adjudican.
Hace poco más de un mes, el 15 de octubre, defendiendo ultranza los programas de Enrique Peña Nieto se atrevió a decir que “Los pobres no comen gasolina, comen tortilla, pollo, leche y huevo”. Hasta la fecha no sabemos de qué país hablaba el secretario de Economía, quien debió mostrar más respeto y sensibilidad hacia más de la mitad de la población del país que viven en la pobreza y no come los productos que asegura consumen los pobres de México.
Como todo pueblerino asombrado con otros países en desarrollo, Guajardo aseguró que la firma del tratado con Estados Unidos y Canadá, fue “de última generación”, calificación que esa mitad de la población que vive en la pobreza no entiende y no sabrá si sus esfuerzos por congraciarse con los gringos, arrojen beneficios a esa mitad de los mexicanos que no sabe lo que comen.
Todo secretario de Estado debe tener conciencia de la alimentación de los mexicanos, más aún si se trata del secretario de economía, quien en seis años sólo vio para arriba y hacia afuera y nunca hacia abajo y hacia adentro. PEGA Y CORRE.- Ante tanto latrocinio desde el gobierno del estado de Veracruz, ahora las consecuencias afectan a la niñez de la entidad, resulta que Veracruz se encuentra entre las entidades del país cuyas escuelas se encuentran en precarias condiciones. Muchas de ellas ni siquiera cuentan con servicio de drenaje, lo que significa un grave riesgo a la salud para los estudiantes… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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