*Aquel que se deja guiar con los engaños de una realidad inocultable…
*El mismo que acepta y narra inocentemente la crueldad de sus asesores…
*El que considera que la política es un juego de niños y manifiesta solo ilusiones.
¡El delito es prudente y cauteloso! En cambio, ¡qué imprudente es la inocencia!”

 Bien sabido que, como decía  el moralista y ensayista francés, autor de “Pensamientos”, “la perfecta inocencia es la perfecta ignorancia”, y lo dijo quien fue inspector de Universidades con Napoleón, llegando a nuestra mente ahora que impera en la política regional de Veracruz, la mala fama, digamos “la mala leche” de los llamados asesores de funcionarios en todos los niveles, no se diga en las alcaldías y en la intromisión de pendejos colaboradores…o auxiliares.

  Y es para recriminar cuando vemos que descaradamente los “asesores”, que no llevan otra tarea que la de “ujieres”, o bufones, utilizan la mentira cual cobardes como arma para dañar a los inocentes…los compadecemos, a ambos.

  El asesor por la propia voluntad que practica a sus anchas y mangas, desconociendo el terreno, los compromisos y los intereses. El inocente poderoso o poderoso inocente, por ello: por tarugo. Lamentable que, quienes lo rodean como colaboradores no le desmientan, a veces por temor, otras por arriesgarse a perder la chamba, optando por unirse al coro celestial que lo engrandece peligrosamente porque como Gabino Barrera, no entiende razones, elevado a tal grado que el día lo confunde con la noche, lo blanco con lo oscuro y a los amigos que le dicen la verdad, los considera como sus peores amigos y traidores, con la voz queda al oído del flamante asesor: “es peligroso, no le hagas caso, te envidia”.

  Qué daño siembran en el funcionario. Como comentaba en cierta ocasión, en vida, el experimentado político Manuel Ramos Gurrión, mientras el autobús de prensa pasaba el vistoso puente de Tuxpan, y él, sentado junto a nosotros y en la mesita de trabajo, - a veces les gustaba viajar con los periodistas – “he tratado de que al candidato Miguel Alemán Velasco, le llegue la verdad, no esa noticia falsas creadas por sus cercanos amigos, o como aquellos que exageradamente elevaban a cierto político veracruzano, asegurando algunos que a don Fernando Gutiérrez Barrios, quedando la duda, pero la frase se repetía en este servilismo político:

 -¿ Qué hora es?...

 -La que usted ordene señor gobernador.

 -Hubo otro más cabrón.

 Qué hora y día es… pendejo.

 -Señor gobernador es domingo, mediodía, pero si usted gusta es lunes y si le agrada que sea de noche, encendemos los faroles.

 -Así está sucediendo en estos tiempos del cambio, de la masacre morenista, del arribo al poder de Cuitláhuac García en Veracruz y de Andrés Manuel López Obrador, en palacio nacional…el mando de los inútiles y costosos asesores que engañan a los presidentes municipales, aunque ciertamente tampoco son unos niños, pero el que es siempre inocente, no se le puede culpar, será siempre un inocente. El único remedio existente para estos babosos es controlarlos o de plano  eliminarlos, políticamente hablando…y en un cercano munícipe es tanto el daño que le ha hecho su consejero que esta inocencia está rayando en la locura.

   ¿Acaso se creen ellos mismos de sus declaraciones a los medios de comunicación?

 ¿De plano nos consideran muy, pero muy pendejos?.

 Muy diferente que vivan su fantasioso mundo en donde no sucede nada, en donde declaran solo lo bueno inventado por la perversidad de su equipo, y otro, el que topamos con una realidad inconfundible y que lamentamos esté sucediendo y cuando sus propios colaboradores no lo sacan de la duda y del engaño, de la mentira y de la maldad, se están convirtiendo en cómplices y eso señores…criticable. Mejor que renuncien y la ciudadanía les vivirá eternamente agradecida.

    Claro…el “ujier” o bufón, vive dentro del “valemadrismo”, cuando sabe que no tendrá necesidad de vivir aquí, porque es extraño a todo y las alforjas las llenará de pesos,  -ya las están llenando -  aprovechando este poder que tienen, pasajero pero es poder y el control ante la inocencia del alcalde, y la inocencia no tiene nada que temer, resultando incomprensible cuando pudiera ser que saben de su idiotez y la emplean hábilmente para cubrir sus tarugadas. Es más, ni se ruborizan ante la inocencia enseñada.

 Está cabrón…