A pesar de esto, las mayores críticas a la Guardia Nacional provienen de las grandes ciudades del país, donde la violencia todavía no tiene los niveles que en el interior del país. Es, desde los grandes centros urbanos donde surgen las críticas más severas a este proyecto porque ven la violencia como si se tratara de una película de acción, no la sufren en carne propia.
Esta diferencia de visiones es muy común en México, donde la centralización de la política creó la centralización de la conciencia.
Porque para muchos políticos, servidores públicos, legisladores, funcionarios, lo que no sucede en la capital del país simplemente no existe. Ellos viven en la capital, aunque representen a una entidad federativa, a la que poco visitan y esto debe corregirse en todos los partidos políticos.
La crítica al gobierno, lo mismo que sus disposiciones, surgen de la capital del país, y se descuida no sólo el espacio del interior del país sino a quienes están en cada rincón de la república que seguramente aportarán mucho al desarrollo informando sobre lo que se desconoce de México desde las curules o las oficinas del gobierno, o desde la propia oposición. Porque es muy fácil calcular en teoría programas de gobierno y sobre todo imaginar necesidades, pero hay que ver con los mismos ojos en tiempo y espacio los problemas del territorio, donde la inseguridad y la violencia laceran la vida de cientos de mexicanos.
Ahora, con 18 votos a favor y seis en contra, la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, aprobó en lo general el proyecto de reformas para crear la Guardia Nacional, integrada por elementos de las policías militar, naval y federal bajo un mando militar.
A pesar de las protestas y reclamos de activistas del colectivo, la mayoría parlamentaria de Morena y sus aliados avalaron el proyecto y presentaron una serie de propuestas de modificación, como la de facultar al Congreso de la Unión para disolver la Guardia Nacional con dos terceras parte de los votos.
Sabemos que los uniformados, de cualquier corporación o dependencia han cometido muchos excesos, pero también sabemos que en el pasado esos abusos nunca fueron castigados. Al contrario, cuando los uniformados reprimían, a los pocos meses eran ascendidos y no sólo no estaban bajo investigación, sino que se les impulsaba en su carrera policial o militar.
La aprobación tuvo sus condiciones y ajustes para ser enviada al Senado, por ejemplo, se estableció que la Guardia Nacional quedará adscrita por un plazo máximo de cuatro años a la Secretaría de la Defensa Nacional, “en tanto persista la crisis de violencia e inseguridad en el país”. Después tendría mando civil.
La elaboración de políticas, planes y estrategias en materia de seguridad pública se mantendrán a cargo de la dependencia de la Secretaría de Seguridad Pública, encabezada por un civil.
Si la idea que le dio sustancia ideológica a Morena fue Primero los pobres, la Guardia Nacional es una medida adecuada; claro, que para los críticos que cobran hasta un cuarto de millón de pesos por una conferencia de una hora, los pobres no tienen derecho a ser protegidos.
Porque la violencia, como los temblores, los huracanes, afecta primero a los pobres.
Nada les hubiera costado a las autoridades del país dejar al Ejército en las calles sin legislar sobre esta situación. La ilegalidad fue heredada, pero había que darle legalidad a presencia de los soldados y la Marina en las calles. Es lo que se está haciendo en el Legislativo, darle legalidad a la presencia del ejército y la Marina en las calles, porque nadie quiso ser lo suficientemente crítico, en su momento, como para denunciar ante los organismos nacionales o internacionales la alteración a la legalidad que realizara el panista Felipe Calderón.
Estuvimos acostumbrados a que cada ley tenía sus propios excesos, por lo regular quienes protagonizan la tergiversación de la legalidad fueron los funcionarios públicos, quienes actuaban contra los propios funcionarios públicos que competían por un cargo.
Los mexicanos aún se acuerdan cuando la entonces procuradora general de la república, Marisela Morales, encarceló injustificadamente a tres generales del Ejército Mexicano acusados de narcomenudistas. El absurdo era tan evidente que ahora la entonces poderosa procuradora de Calderón se convirtió, de la noche a la mañana, en diplomática, es, desde hace años, cónsul de México en Milán, Italia, donde goza de impunidad, entre otros privilegios por haber servido a su jefe, desde la ilegalidad. Nadie dijo nada. Las voces que ahora exaltadas cuestionan todo, antes callaban ante arbitrariedades mayores.
Las leyes fueron violadas en materia de justicia y con el pretexto de la inseguridad ahora los mexicanos dudan de la eficacia de cualquier proyecto al respecto. Tienen razón, la experiencia acusa desconfianza.
La inseguridad mata, desaparece, tortura, desmembra familias y personas. Hay comunidades que, si no quieren ver ese espectáculo todos los días o vivir con la zozobra de que cualquier familiar pueda ser víctima de esas atrocidades, deben desplazarse, como lo han hecho miles de mexicanos que de pronto son millones. La inseguridad no toca la puerta para entrar a las ciudades. PEGA Y CORRE. - Un merecido reconocimiento fue el otorgado a nuestro colega y amigo Miguel Ángel Cristiani G., por la agrupación Comunicadores por la Unidad A.C. en el Palacio Legislativo de San Lázaro, por su Trayectoria Profesional en Comunicación 2018, vaya un fuerte abrazo y nuestro reconocimiento por esa vida dedicada a la comunicación. Enhorabuena… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
Dudas y comentarios:
angelalvarop@hotmail.com
Facebook: PoliticosAD
|