Fueron 17 minutos de tensión… Chinameca marcaba el parteaguas entre el gobierno y la gobernabilidad.
Y es que mientras el mandatario, entre tenso y asustado, quedaba atrapado entre una multitud verdaderamente encabronada, metros atrás el robusto Eric Cisneros, ya no tan arrogante y mamón como acostumbra escondía su voluminosa humanidad entre los irritados chinamequenses.
Esa sombría tarde, al ver el pleitazo, el secretario de Gobierno se situó de manera intencionada metros atrás, como queriéndose ocultar. Solo acertaba a mirar para todos lados como espantado ante el enojo popular. Acaso soltaba de cuando en vez risitas de congratulación a los iracundos protestantes y palmaditas de tranquilidad a las mujeres que respondían con muecas de desaprobación y groserías de las buenas, de las jarochas.
En realidad, desde que se aproximó a Chinameca en su lujosa Suburban la bienvenida fue de insultos y serias amenazas de golpes. De pronto fue atajado y obligado a descender e irse directito “¡A la chingada!”, según le gritonearon.
El gordo no tuvo más remedio que convencerlos que le permitieran montarse en la batea de una camioneta de redilas e ir a la plaza principal de Chinameca en compañía de sus colaboradores. Y sí, como puercos, fueron empujados a la batea, literalmente custodiados por los chinamequenses que los tomaron como rehenes y así se lo hicieron saber. “A este pinche pelón no lo queremos, pues es el que armó todo este desmadre”, le gritaban, está grabado.
Algo parecido sucedería con Cuitláhuac quien después llegó –estamos hablando del pasado miércoles- con su pecho sano a agradecer que le permitieran aceptar de buena voluntad y en verdadero gesto solidario les fueran a botar 400 toneladas de basura por semana -146 mil toneladas al año- a cambio de pavimentarles una callecita abandonada y llevar agua a una maldita colonia marginada.
Jamás esperó, por respuesta, tal algarada de violencia verbal, de secuestro popular.
Fue obligado, literalmente obligado, a renunciar verbalmente y por escrito al tiradero a cielo abierto y que entregara además las obras que orondamente ofertaba a cambio del basurero “¡Porque el pueblo es el que manda!”, le gritaba en su cara la enardecida población.
El problema de origen fue que Eric Cisneros y María del Rocío Pérez Pérez, el primero responsable de la política interior y la segunda del cuidado del medio ambiente, se la pintaron de color de rosa sin sensibilizar las amenazas del estallido social.
Jamás dialogaron con nadie.
Hoy se sabe que Eric simplemente pagó diez millones por el terreno al propietario donde se iba a construir el relleno sanitario en Chinameca, a cielo abierto, Enrique Quintanilla, hermano de Arturo, quien a su vez es compadre nada más y nada menos que de Rocío Nahle, Secretaria de Energía.
En un mensaje de Facebook Eric dio como un hecho que la obra se iba a realizar en el multicitado municipio.
“Esta mañana recorrí, en representación del gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, el predio en el que se construye el relleno sanitario para los municipios de la región sur del estado”, escribió en días anteriores.
“El moderno sitio de confinamiento de los desechos que se generan a diario operará en Chinameca con altos estándares de calidad y sin contaminar el medio ambiente”, agregó con certeza.
Mentía.
Nunca se hicieron los estudios ambientales de parte de la SEDEMA, tal como comprometió su incompetente titular, María del Rocío Pérez Pérez y jamás la Secretaría de Gobierno dialogaría con los habitantes de Chinameca.
Tan solo acordaría con unos lidercillos que convencieran a la ciudadanía de las bondades del basurero. El día de la trifulca, sin embargo, estos vivales desaparecerían con el dinero que les dieron.
Hoy es la fecha que no se sabe de dónde Eric obtuvo el apoyo, quesque ciudadano, para que desde el pasado 31 de diciembre se empezaran a arrojar 400 toneladas de basura y excremento a los campos de la comunidad de Río Frío, misma que en lo inmediato se empezó a reflejar en Chinameca al comprobarse que el 60% de los desechos sí se mantenían en el tiradero, pero el resto no por la influencia del viento, los ríos y el propio manejo de los desechos.
Cisneros no fue informado además con que desde el arranque del año se le incendiaría el municipio y que los ciudadanos de Chinameca se convertirían en verdaderos guerrilleros cuya insurgencia estallaría con la llegada de Cuitláhuac.
“El pueblo es el que manda”, dijo un obligado gobernador rehén. “¡No basta, que lo digas firma y renuncia al basurero”, le respondían decenas de molestos ciudadanos quienes le insistían en que gritara una y otra vez “¡Llévate tu basura!”, en tanto, el disminuido mandatario solo acertaba a señalar al mero estilo Peje; “¡Vamos a la consulta ciudadana!”, a lo que la gritería atajaba: “¡No, no y no… esta no es una consulta, es una decisión ya tomada; ya no estás en campaña!”.
Como pudo el imberbe gobernador se escapó de Chinameca.
Ya entrada la noche Cisneros fue llamado por el gobernador para recibir tremenda regañiza por sus torpezas y quedar advertido de que preparara su renuncia.
José Manuel Pozos ya está en a la caja de bateo, eventualmente será el bateador emergente, quien entre en lugar del “Bola Negra”.
Así, en un descuido en cualquier momento se regresa a Baja California, a su verdadero terruño el incompetente Eric Cisneros. Paradójicamente se podría ir antes del jueves de la próxima semana. Se iría antes que Jorge Winckler, quien si cargó los peregrinos.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |