Tan solo este fin de semana, a la par del inicio de esta campaña, una menor de edad que pedía dinero en la calle fue abusada sexualmente en un parque del fraccionamiento Las Ánimas de la capital del estado, donde viven numerosos empresarios, funcionarios y ex funcionarios de los tres niveles de gobierno. Prácticamente a la vista de todo mundo. Y de manera impune, como suele ser la generalidad en estos casos.
Asimismo, en los últimos dos meses se han registrado aproximadamente unos 30 asesinatos de mujeres en el estado, situación ante la cual no hay una respuesta institucional firme, adecuada y mucho menos eficaz por parte de las autoridades, que siguen ocupadas en pleitos de orden político en lugar de asumir fehacientemente sus responsabilidades para con la población, que ante semejante nivel de desidia y/o incompetencia, ha tenido que salir a buscar protegerse por cuenta propia con campañas como ésta. Y por supuesto, cuando la situación es extrema, tomando la justicia en sus manos.
No es para menos, ante la respuesta institucional a la violencia. En lugar de instrumentar el Ejecutivo estatal una estrategia desde el ámbito de la seguridad para devolver las calles a las y los ciudadanos, decidieron adherirse ¡a la campaña en redes sociales impulsada por la sociedad civil! Lo cual representa una dramática prueba de que no tienen la menor idea de qué hay que hacer en esta materia.
Todavía más indignante fue la postura de la Fiscalía General del Estado. Durante una rueda de prensa –de ésas que jamás ofrecía cuando el gobernador era Miguel Ángel Yunes Linares-, Jorge Winckler Ortiz advirtió –o más bien, amenazó veladamente- a los promotores de #NiUnaMenos que podrían ser sujetos de una investigación judicial si llegara a sucederle algo a las mujeres que hubiesen buscado refugio en uno de los establecimientos comerciales que se han ofrecido para ese efecto.
Todavía que los ciudadanos se tienen que organizar ellos mismos para hacer la labor por la que las autoridades cobran jugosos emolumentos pero que son incapaces de realizar ni siquiera mínimamente bien, ahora hasta sospechosos de crímenes van a resultar, mientras que los verdaderos delincuentes hacen lo que se les pega la gana. El nivel de estulticia es atroz. Y sus consecuencias, mortales.
En lo que todo eso sucede, a las mujeres, a las niñas, a los jóvenes, los siguen asesinando en Veracruz. Estamos solos.
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