La justificación prácticamente es la misma aunque con diferentes palabras: favorecer la eficiencia y eficacia del gasto público, lograr la obtención de economías presupuestales y favorecer el desarrollo personal, calidad de vida y tiempo libre de los servidores públicos de las dependencias y entidades.
A la salida del gobernador Alemán, ese horario se terminó cuando llegó al Palacio de Gobierno Fidel Herrera Beltrán, quien quería a todos sus colaboradores trabajando sin horarios, lo que requería que hubiera personal disponible.
Fidel imitaba al viejo dictador de República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo, quien según relata Mario Vargas Llosa en su libro La fiesta del chivo, se levantaba todas las mañanas a las 4:30 am y de ahí pal’ real, lo que el Tío Fide recordaba cada que podía.
En aquel sexenio me tocó vivir la aplicación del nuevo horario adentro, en el área de Comunicación Social, y para mi expediente me tocó ser el primero al que se le sancionó ¡por quedarse a trabajar!
Fue imposible convencer al contralor interno de entonces, cerrado y con la cabeza cuadrada (originario de Pánuco; lo veo de vez en cuando que por ahí anda) que los acontecimientos no tienen horario y que las noticias que generan tampoco, que había que difundir la información de las actividades del gobernador a la hora que fuera, cuando se diera. Me levantó acta.
Aquel horario (que llega de nuevo) fue entonces un verdadero fenómeno porque nunca antes se había puesto en práctica, sobre todo el horario de salida.
La burocracia que trabajaba el turno de la tarde salía a las nueve, a las diez o a las once de la noche, según las necesidades de su jefe, por lo que salir a las seis pm le alteró su reloj biológico, algo así como lo que ocurre con el cambio de horario de primavera o de verano.
La gente no sabía qué hacer después de las seis de la tarde y sobre todo ellos ya no tuvieron justificación para llegar tarde a sus casas.
No fue fácil acostumbrarnos a ver de pronto el Palacio de Gobierno en penumbras, ni el enorme edificio de la Sefiplan, ni los de las demás dependencias. Adentro, claro, solo había luces en el despacho del gobernador y en las oficinas de los Secretarios.
Y sí. Se lograba un ahorro, por ejemplo, en el consumo de energía eléctrica al estar apagadas todas las computadoras, las impresoras y las fotocopiadoras, los focos o lámparas, los aparatos del clima, cafeteras, televisores, pantallas y todo lo que necesitara de energía eléctrica para funcionar.
Algo bueno para los veracruzanos que no vivían en Xalapa era que podían viajar por la noche, llegar muy temprano y ser atendidos en el día, de tal forma que podían regresar a sus lugares de origen otra vez por la noche.
Se reactivó un poco la economía local porque después hubo quienes optaron por ir al cine cada que podían o andar en el centro o en las plazas comerciales comprando para lo que les alcanzara.
Cuitláhuac revivió el horario con salida a las 6pm aunque no se sabe a partir de cuándo empezará a funcionar. Ya no habrá, pues, pretexto para no “estar en casita con los suyos” a las diez de la noche, como dijo Miriam Ferráez.
La Casa Veracruz
El gobernador Alemán Velasco fue quien la llamó Casa Veracruz a la que antes había sido Casa de Gobierno y la remodeló. La convirtió en lo que hoy es (Javier Duarte le construyó nuevos espacios adicionales).
Fidel Herrera Beltrán, por llevarle siempre la contraria, cuando arribó al poder la rebautizó como la Casa de Gobierno.
Duarte y Miguel Ángel Yunes mantuvieron el nombre de Casa Veracruz. Duarte la quiso enajenar, lo que no logró por la oposición de los vecinos. Yunes oficialmente nunca la ocupó aunque de vez en cuando llegaba a ella en forma sigilosa. En la campaña de su hijo la utilizaron como bodega para guardar despensas.
El martes el gobernador Cuitláhuac confirmó que se le está dando uso para actividades oficiales aunque él no vive ahí.
"Tiene un auditorio que podemos utilizar, hay trabajadores de base allí, pero no con fines personales", expresó. En efecto, se trata de un auditorio en el que el gobernador Alemán ofrecía sus conferencias de prensa.
Duarte, en sus locuras, al inicio de su gobierno quiso comprar toda una cuadra porque quería construir ahí una cancha donde pudieran bajar y subir helicópteros, tal vez porque algo en su interior le decía que al final saldría de pelada en un helicóptero.
No le quisieron vender los vecinos, aunque unos pocos sí de tal forma que a un lado y enfrente hay otras construcciones que seguramente serán las que se anuncian para las oficinas de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz.
Qué bueno que se le da utilidad a la Casa Veracruz porque hacerlo implica que se le dé un buen mantenimiento; qué bueno porque finalmente es un patrimonio de todos los veracruzanos.
Quienes la conocemos desde siempre y la conocimos ya como residencia oficial del gobierno de Veracruz nos preguntamos quién finalmente se quedó con los muebles, accesorios, cuadros y otras pertenencias que ahí habían. El pasado gobierno nunca investigó o no quiso informar. |