El hombre que pudo dialogar con las incontables asociaciones, grupos políticos y organizaciones campesinas de la región para convencerlos de que sólo apoyando al proyecto podrían llevar entre todos bienestar a la región.
El genio creador que supo lidiar con caciques, alcaldes, diputados, secretarios y lograr que todas las voluntades empujaran hacia la consolidación de un mismo proyecto; al principio, de la mano del Tata Juan Simbrón, con quien se abrió paso entre la grilla, los intereses personales y los avatares de la política en los tres niveles de gobierno, hasta que lograron ganar la confianza de la gente. En un país donde la mayoría de los funcionarios y políticos electos aprovechan su posición para robar al erario, dejando a pueblos y regiones enteras en el atraso y la pobreza, resulta inverosímil que existan hombres honestos.
Pero a muchos nos consta que Juan Simbrón murió en su humilde casa de siempre. Ningún lujo lo rodeaba, y aún así hubo canallas capaces de llamarlo: cacique.
Se fue el Tata y desde hace 4 años, Salomon Bazbaz Lapidus continuó la lucha sin Don Juan, pero acompañado del Consejo de Abuelos y muchos colaboradores.
Durante años ha tocado las puertas de instituciones nacionales e internacionales dedicadas al arte, la cultura y la salvaguardia de los pueblos originarios del mundo.
Ha sido atacado hasta el cansancio. Cada vez que las administraciones estatales cambian, a alguien se le ocurre que Salomón sobra. ¿Cómo puede sobrar el genio creador del Modelo Tajín?
Quien durante 20 años ha probado no sólo su eficacia, sino que ha edificado la vida de miles y miles de personas. ¿Cómo puede sobrar el hombre al que le piden asesoría para replicar este modelo en otros puntos de México y el mundo? ¿Cómo puede sobrar el hombre que ha dejado el alma en el Totonacapan y ha hecho posibles tres patrimonios inmateriales reconocidos por la UNESCO que se quedarán para siempre en #Veracruz?
De entre todas mis razones para admirarlo, la que supera a las demás es su espíritu, que le da la posibilidad de resistir la ingratitud.
Los dioses del Tajín contigo, Salomón. |