Todo ello, en aras de generar ahorros para destinar recursos a los programas clientelares oficiales en los que basa su “política social” el régimen de la llamada “cuarta transformación”, que en lugar de generar riqueza y con ello empleos, ha optado por el reparto de dádivas como parte de su estrategia “popular”.
La más reciente estocada a los trabajadores federales vendría a través de una circular -firmada por la oficial mayor de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Raquel Buenrostro, y cuyo contenido fue difundido este martes 30 de abril- en la cual se establece que “por instrucciones del Señor Presidente de la República, toda aquella persona contratada a partir del primero de diciembre de 2018, en alguna plaza permanente, eventual o por honorarios, deberá ser separada de su cargo”.
Esta disposición aplicaría para los trabajadores de las dependencias de la Administración Pública Federal, así como sus delegaciones y oficinas de representación. Hasta el momento de escribir estas líneas, dicha información no había sido desmentida por el gobierno.
Asimismo, la reforma laboral aprobada por el Congreso de la Unión esta misma semana establece, entre otras cosas, que los trabajadores del estado elijan a sus dirigentes gremiales mediante voto libre, directo y secreto, y que además tengan la libertad de formar sus propios sindicatos a partir de 20 afiliados, lo cual, a pesar de que suena bien en el papel, tendrá un efecto atomizador de las centrales de burócratas, dividiéndolas, restándoles fuerza y propiciando el surgimiento de asociaciones controladas por el propio Estado para neutralizar cualquier movimiento de disidencia.
Pero si la situación laboral de los empleados gubernamentales es de indefensión, la de los integrantes de las centrales sindicales obreras y magisteriales no es mejor. El encumbramiento y reivindicación como nuevas “estrellas de la cuarta transformación” de caciques sindicales asociados a prácticas de corrupción como el líder minero y senador por Morena Napoleón Gómez Urrutia y, particularmente, la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo, habla por sí mismo.
El nuevo charrismo está en boga en la 4T.
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