Si en Estados Unidos se podía, era posible en otras partes. El derecho al aborto no era sino otro ejemplo de protección a los derechos humanos que se defendía en ese país, considerado por muchos años como modelo de las libertades.
Ya después se verían las grietas del marco legislativo en algunos ámbitos e incluso la enorme brecha entre la ley y la realidad, entre otros, en materia electoral y de defensa de los derechos civiles. Pero en el imaginario colectivo se convirtió en un ideal realizable, especialmente para países que en aquel momento vivían bajo gobiernos autoritarios y donde imperaban leyes y costumbres sumamente conservadoras.
Hace tiempo que ese modelo ha mostrado su lado oscuro, pero recientemente, a partir de la era Trump, el salto hacia atrás ha resultado espectacular y siniestro.
Las mujeres ven con terror y desilusión cómo se ha venido abajo esa victoria de 1973. Cómo se impone la regresión y el conservadurismo; en 28 estados se han aprobado en los últimos tiempos leyes antiaborto. El más polémico ha sido el de Alabama, donde el Senado aprobó una ley que castiga con 99 años de prisión al médico que practique un aborto y donde se eliminan la violación y el incesto como causales legítimas de interrupción del embarazo.
Lo más lamentable del caso es que fue una mujer, la gobernadora del estado, Kay Ivey (republicana), quien firmó la ley, después de la aprobación del Senado.
El propio presidente Trump se deslindó de esta dura ley antiaborto, pero no dejó de justificarla, pues provino de sus correligionarios.
Las marchas de protesta no se hicieron esperar, ha habido cientos de ellas, pues la ofensiva antiaborto continúa con los estados de Georgia, Mississippi, Kentucky y Ohio. La diferencia ahora es que la bandera de los derechos reproductivos la han tomado los demócratas, por lo tanto, el tema del aborto será un tema crucial en las próximas presidenciales y puede mover muchos votos en contra de los republicanos.
Lo que falta por ver es si esos votos alcanzarán, no para derrotar a Trump sino al marco legislativo de elección indirecta que ha puesto en tela de juicio la calidad de la democracia en el país más poderoso del mundo.
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