Todas estas aspiraciones legítimas sin duda dejan de ostentar el peso específico que les otorgamos cuando damos cabida al mayor asunto que debemos atender: La vida. Esto es tan crucial, tan relevante, que sin ella no tendría sentido ninguno de los otros problemas que nos angustian tanto y sin embargo es un tema al que siempre se le relega, se le desprecia o de plano no se considera como parte de nuestros problemas.
La inmensa mayoría de los políticos, los gobernantes, los tomadores de decisiones de los sectores de la sociedad, parecen ajenos al tema y la problemática ambiental. Esos no son asuntos relevantes. Mientras tanto las alarmas se van encendiendo, los problemas medioambientales se incrementan, el innegable y advertido calentamiento global y sus consecuencias nos abruman con su presencia.
Es muy evidente el abandono que se hace a la definición de una política clara y comprometida que detenga el deterioro, que mitigue los impactos, que preserve, proteja y restituya nuestra riqueza natural y ambiental. Desde la asignación presupuestal se muestra la insensatez, la falta de voluntad y claridad en los asuntos prioritarios.
Sobra decir que nuestra entidad es rica en recursos naturales, que su biodiversidad ocupa el tercer lugar en importancia en el país después de Chiapas y Oaxaca y que sin embargo no recibe una atención debida para lograr enfrentar esa crisis ambiental veracruzana reconocida no solo por expertos sino ya vivida en muchas zonas por sus habitantes.
El descalabro ambiental producido por los abandonos institucionales es evidente en los procesos de deforestación y sus consecuencias en cuanto a los servicios ambientales que nos ofrecen, en el aumento de los procesos de inundación, en los ríos contaminados, en el ominoso procesamiento de nuestros residuos sólidos, en la muy mala calidad del aire, en la contaminación auditiva. En fin, que nuestro hogar se cae a pedazos por culpa nuestra y sin embargo se hace poco o nada.
Claro que no es un problema que surja con esta administración, sino que ésta que se ha autonombrado diferente, se conduce de la misma mala manera que todas las administraciones anteriores. ¿Y entonces el Desarrollo Sustentable dónde está?
Una ausencia evidente de compromisos ambientales en los gobiernos federales o estatales y también en los municipales. El sello general ha sido el desdén y la complicidad para con las acciones que dañan, la falta de aplicación de normas, de omisión de las reglas existentes, la falta de creatividad para involucrar una sociedad corresponsable que también ayuda a nuestra perniciosa conducta para con una naturaleza agredida hasta la saciedad.
La Secretaría del Medio Ambiente de Veracruz, para 2019 tiene un presupuesto de 47.5 millones de pesos, de los cuales 39, 7 se irán en servicios personales, así que se dispone de menos de 8 millones de pesos para enfrentar los problemas medioambientales del estado. ¿Tendrán capacidades reales para ofrecerle a Veracruz la oportunidad de un diseño de políticas públicas que realmente contengan las prácticas que tanto siguen lastimando?, ¿Se podrá realmente poner en marcha las estrategias y acciones contundentes que logren transformar la relación con la naturaleza en nuestra entidad?
Hasta ahora no se observan transformaciones discursivas ni programáticas. Solo se observa la continuidad de la lejanía frente a nuestra problemática ambiental. Ojalá esté completamente equivocado.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Las constantes visitas del Presidente deben alegrarnos o preocupernos.
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