Si produzco y ofrezco más bienes y servicios, que incluyen mi trabajo y que demandan los demás por considerarlos valiosos, recibo más y puedo demandar más. Mi nivel de vida mejora en relación con lo que aporto, considerado útil y relativamente escaso en el mercado.
Tanto en los países donde los socialistas llegaron al poder y le trasladaron al Estado el control completo de la economía o donde el fisco sirve como instrumento para distribuir la riqueza en nombre de la "justicia social", no se ha resuelto el problema de la desigualdad social.
Las promesas de combatir las desigualdades mediante más impuestos son fáciles de vender por los políticos para ganar votos, y de aceptar por quienes, preocupados por la pobreza, pero ignorantes de los mecanismos económicos, creen que su reducción depende de repartir la riqueza de los ricos entre los pobres.
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