Lo que para nada resultó un teatro fue el brutal y artero asesinato de Sergio Martínez Armengol, hermano del ex diputado del PRI por Minatitlán Luis Antonio Martínez Armengol y del reconocido y estimado periodista radicado en Xalapa Ángel Martínez Armengol.
Sergio Martínez Armengol fue privado de su libertad desde hace varios días y sus restos, localizados en un paraje del municipio de Cosoleacaque, presentaban signos de tortura.
A diferencia del caso de Miranda Cogco, del cual el gobierno de García Jiménez se ocupó públicamente de inmediato, sobre el fatal desenlace de Martínez Armengol no emitió pronunciamiento alguno. El gobernador prefirió centrar su discurso en el único tema que le interesa: su “guerra” contra el fiscal Jorge Winckler Ortiz.
“Parece que dejan que el problema esté ahí. Nosotros estamos pidiendo solución ante esa situación, el Fiscal debe actuar. Ya demostramos que nosotros sí estamos actuando, que nosotros resolvemos los problemas. Pero no vemos mucha cooperación. Pero más que cooperación, vemos que no están actuando contra los secuestradores”, afirmó Cuitláhuac García en la ciudad de Poza Rica.
¿De verdad el gobierno está actuando? Pues en la zona central de la entidad piensan otra cosa. Luego que el cabildo del ayuntamiento de Camerino Z. Mendoza decretara estado de emergencia en el municipio ante la oleada de secuestros en dicha zona, ciudadanos de esa ciudad se reunieron para acordar acciones para enfrentar por sus propios medios a la delincuencia, así como para demandar al gobierno estatal –que ya la había rechazado- reconocer la declaratoria de emergencia, elaborando un documento dirigido al titular del Ejecutivo estatal.
El mismo gobernador tuvo que admitir que “se están disparando los secuestros”, aunque según él, gracias al “exitoso” combate a los huachicoleros por parte del gobierno federal, que los ha obligado a “trasladarse” a “otro tipo de delitos”.
Semejante miopía en el diagnóstico sobre la violencia, la inseguridad y la delincuencia deja en claro que el estado de Veracruz se encuentra en manos o de totales improvisados o de cínicos facinerosos que creen que le pueden ver la cara a la gente.
En cualquiera de los casos, quien está pagando las consecuencias de la criminal ineptocracia que desgobierna a la entidad somos todos quienes aquí vivimos. Y eso no se soluciona con porras ni giras presidenciales que solapen la incompetencia.
Eso también es corrupción.
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