Solo en México se puede apreciar ejemplo similar de perversidad y de cinismo.
Un procesado por delitos que pusieron en jaque el sostenimiento del propio estado que gobernó, rehén de su más profundo enconó.
La nota publicada en Reforma a ocho columnas este lunes, evidencia una vez más que Duarte de Ochoa cuenta con todo el respaldo del aparato de estado para hacer de las suyas.
La noticia por sí sola se cuenta.
Ofrece delatar al ex presidente de México, Enrique Peña Nieto.
A cambio el procesado ofrece a la Fiscalía General de la República (FGR) entregarle pruebas sobre el dinero que desvió desde el Gobierno de Veracruz para apoyar la campaña de Peña Nieto en el 2012.
Así o más cínico.
Pero por favor, el señor tiene principios, vaya existen en él las escalas de valor.
Pero según describe la nota de Abel Barajas, el exgobernador pide que la información y evidencias que se proporcione no sean utilizadas contra sus ex colaboradores.
De igual modo, deja entre ver, que, a algunos de ellos, los que pudieron haber pactado con el anterior régimen, ese que con el que se declaró una guerra a muerte, pudieran ser señalados.
Pero en verdad que validez pudieran tener sus pruebas.
Según se sabe, las pruebas aportadas habrían fenecido en el tiempo.
Lo cierto aquí es mostrar de cuerpo entero el nivel de desfachatez de un sujeto que provocó la crisis de todo el sistema político mexicano.
El castigo que el Estado debiera infringir a esta clase de sujetos, debiese ser proporcional al nivel de daño provocado.
Veracruz sigue sumido en una severa crisis económica, de seguridad, de confianza, que difícilmente habrá de reponerse con el paso de nuevas administraciones.
El daño al Estado, a la sociedad, es incalculable.
La muerte de personas en hospitales por la falta de tratamientos para sus padecimientos producto de su descomunal saqueo, es suficiente para que verdaderamente el Gobierno Federal castigará a este personaje.
Sumado a ello, los delitos de desaparición forzada y muerte de periodistas prohijados en su mandato son suficientes para que se le abran más expedientes y procesarlo.
El daño a la confianza ciudadana provocado por personajes de esta calaña hace que el descredito en la política sea el pan nuestro de cada día.
Mientras la sociedad sigue elevando su nivel de irritación, al punto tal de comenzar a expresarlo en manifestaciones que pasan de la protesta, al vandalismo, a la cerrazón.
La afectación provocada por este personaje es suficiente para reconsiderar su permanencia en prisión, bajo los mil argumentos que sean.
Al tiempo.
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