Más violencia; más saña… ¿es posible agregar este adverbio (más) a dos adjetivos que en su esencia dicen todo? Pareciera que si se trata de asesinar mujeres, sí, sí es posible más violencia, más saña.
Pregunta la Mujer, el porqué alguien puede agredir, ofender, violar, asesinar a una mujer. En la respuesta coincidimos: Porque puede.
El “Puede” no concentra a una condición física en la que podríamos agregar fuerza física superior a la de la mujer… creo que es más grave: “puede”, porque fue incubado en una cultura machista donde se genera un halo de impunidad; dentro de su ser, en lo más recóndito de su materia gris, se cree que no puede haber castigo por violentar a una mujer.
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Pero esto no es nuevo… la saña, la violencia contra la mujer, hasta donde mi memoria recuerda, ya estaba, ya se sufría, ya dolía. Baste recordar los casos de “Alarma!” de los años 70… ¡haga memoria!
Alguna vez escuché a alguien comentar que la violencia contra la mujer “se daba más” en las clases bajas. No… quizás es más evidente, más expuesta, y hasta más exhibida… parafraseando a una telenovela: Los Ricos también lloran.
La mañana de este martes, el Reportero Ignacio Carvajal zarandea mi día con una triste noticia: Sandra Ixmatlahua Ixmatlahua, directora de Obras Públicas en el ayuntamiento de Atlahuilco (sierra de Zongolica), fue asesinada anoche en el interior de su casa presuntamente a manos de su esposo, quien está detenido bajo investigación.
Se trata de un alto funcionario de la Universidad Veracruzana Intercultural de las Altas Montañas.
Algo oscuro ocurre… ya no hablamos de depredadores, acosadores, pandillas, “ajustes de cuentas” o “delincuencia organizada” (la forma fácil de desestimar un feminicidio)... hoy, el asesino está en casa en la figura del esposo, amante y hasta del hijo. Y la víctima sigue siendo la mujer.
No quiero hablar de cifras porque muchas veces nuestras autoridades hacen más un “trabajo de competencia” en el sentido de ver en qué periodo hubo más feminicidios y en cuál menos, quizás en aras de ocultar su incompetencia… tampoco se trata de ver cuántos son los detenidos y sus causas, que se pueden concentrar en un ataque sexual, una venganza o violencia doméstica o intrafamiliar.
Quiero comentar del exceso de violencia y saña que nuestras veracruzanas y mexicanas viven estos días. Me pudieran decir que las redes sociales, los medios electrónicos y más, hacen que se difunda la información al respecto con una celeridad increíble y pudiera estar de acuerdo, pero pareciera entonces que a mayor difusión de estos penosos casos, se incentiva la violencia contra las mujeres. Sí, suena absurdo, pero no baja la incidencia, no paran los asesinatos… y estamos más informados.
La idea bulle desde hace días en mi cabeza… ¿ante tanta violencia contra la mujer, padecemos una pandemia?
Me refiero a una pandemia social… no sé, generada por la incertidumbre económica, por estrés, por miedo, por lo que usted quiera, que basta un poco, sólo un poco de un reactivo, para explotar.
Salga a la calle. Platique con sus vecinos. Quizás perciba en ellos cierta molestia, apenas perceptible… pero latente, con ganas de salir y acabar en una discusión en la calle, en una pelea de carro a carro, en mentadas de madre, hasta acabar explotando en una mujer… sí, quisiera tener el optimismo del Pejedente y decir que estamos felices, felices, felices, pero la realidad dice todo lo contrario… las mujeres de Veracruz y del país víctimas de más violencia y más saña, rebaten a Don López… ¿Pandemia social? Es que pareciera que estamos enfermos.
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