Pero Javier Duarte no suele dar “paso sin huarache”, al menos nunca lo hizo mientras fue mandatario veracruzano. Su inesperado silencio podría obedecer a un beneficio posterior, sin importar el tiempo que tarde en llegar. No olvidemos que esperó más de dos años para publicar un video que grabó antes de su detención en Guatemala.
No dudo que Duarte esté aplicando de nuevo aquella máxima de “paciencia, prudencia y verbal continencia”, sobre todo después de que su esposa, Karime Macías, reapareciera en audiencia ante un juez británico intentando evitar su extradición a nuestro país, (más allá de si fue aprehendida o acudió voluntariamente).
El silencio de Duarte y la reactivación del tema “Karime Macías” deberían estar conectados. Las coincidencias no existen, y menos cuando de por medio se encuentra la política “javierduartiana”. La presunta existencia o no de “acuerdos” entre el ex Gobernador y la 4T, quedará aclarada después de todos los episodios que se libren en Londres.
La orden de aprehensión que pesa sobre Karime Macías, es aquella que el Fiscal suspendido “y desaparecido”, Jorge Winckler, consiguiera de un juez federal en Veracruz. El motivo que tuvo a la esposa de Duarte en un juzgado británico por horas, y que la obligó a pagar una fianza de 150 mil libras esterlinas, son cortesía del ex Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, y su entonces titular de la FGE.
A pesar del hermetismo en el caso, fuentes cercanas a Javier Duarte me revelaron que “todo había salido bien en el asunto de Karime Macías”, además de confirmarme en exclusiva que la veracruzana había pagado más de 3 millones y medio de pesos, para seguir su juicio de extradición en libertad.
Javier Duarte guarda silencio pues obtendrá un beneficio a cambio. Es sencillo: por algo retomó su filosofía de “presencia o ausencia, según conveniencia”, y del 15 de octubre para acá, algo le hizo juzgar que su presencia “no era conveniente”. Veremos.
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