Pero Cuitláhuac estaba doblemente obligado a respaldar a su jefe político porque llevan el mismo ADN de Morena y porque a todas luces el presidente estuvo viniendo a darle aire para que tratara de agarrar vuelo por si solo hasta agosto pasado; lo vino a apuntalar cuando se dio cuenta de que no tenía la experiencia ni el oficio que se requieren para capitanear un trasatlántico como lo es Veracruz y además que la tripulación que lo acompaña apenas y si se había subido a una lanchita turística de Catemaco o a la panga para atravesar el Papaloapan para llegar a Otatitlán.
Políticamente, pues, por sí o porque alguien lo asesoró bien, ahora sí dio una.
Cliente de las redes sociales, sin embargo, con una que otra excepción que lo secundó, fueron más las críticas a su tuit del domingo. En el terreno práctico, de acuerdo a las encuestas, en realidad necesita que primero lo apoyen a él. Pero además de liderazgo para comprometer un apoyo como el que ofreció hace tres días necesita también personalidad, prestancia, autoridad, lo que no tiene cuando rebaja su investidura a un “catrín” del Día de Muertos, lo que le resta autoridad política y moral.
Ya en otro terreno, la historia nos enseña que el veracruzano no necesita de ningún gobernante ni de ninguna autoridad para tomar la iniciativa y actuar por cuenta propia en defensa de la Patria, que ciertamente no es lo mismo que en defensa de un presidente, aunque un atentado en su contra implica dañar los intereses de la nación, y, decía, entonces sí lo respalda como lo hizo con Juárez y como en su momento cobijó a Carranza.
En 1914, ante la invasión norteamericana, el pueblo del puerto jarocho salió en defensa del suelo patrio sin necesidad de la arenga de ningún político gobernante o mando militar, apoyado por los cadetes de la Heroica Escuela Naval, colegio que primero estuvo en la ciudad de Veracruz y luego cambió su sede a Antón Lizardo. En esa ocasión el comandante militar de la plaza, general Gustavo A. Maass, ordenó el retiro de sus fuerzas de la plaza por orden superior y dejó sola a la población, que se la rifó heroicamente.
En la historia del Estado solo hay un antecedente del apoyo de un gobernador de Veracruz al presidente de México ante una medida histórica: cuando Miguel Alemán Valdés lideró, ese sí verdaderamente, a los gobernadores de todo el país (no solo de un partido político) para respaldar la Expropiación Petrolera que decretó Lázaro Cárdenas en 1938. Alemán Valdés, padre que fue del también exgobernador Miguel Alemán Velasco, llegó a ser presidente en 1946.
¿Cuántos puntos a su favor le valdrá a Cuitláhuac García este gesto que acaba de tener con su jefe político? ¿Se lo valorará el presidente y qué tanto?
Pero lo que políticamente fue correcto con el presidente quién sabe cómo lo tomaron los militares, a quienes nadita les gustó que AMLO pusiera en duda su lealtad a las instituciones de México; esto, se podría entender que el gobernador, al ofrecerle su respaldo, avaló la postura presidencial.
Carambolazo de Eric Cisneros
Otro que agarró bien el taco y ejecutó un buen carambolazo político sobre la mesa de la LXV Legislatura fue el secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, quien ayer tomó el control de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados del Congreso local en la persona del diputado Rubén Ríos Uribe.
En vano resultaron los intentos de los diputados José Manuel Pozos Castro, Rosalinda Galindo Silva y Margarita Corro Mendoza, el primero para repetir en la presidencia y las segundas para sustituirlo, pues finalmente se impuso la voluntad del Palacio de Gobierno.
Previamente hubo una reunión interna de los diputados de Morena para sondear si debía continuar Pozos, pero para sorpresa de este solo dos de sus compañeros estuvieron de acuerdo y los demás lo rechazaron; lo mismo pasó con Galindo quien, igual, solo tuvo dos vistos buenos, y Corro también recibió el rechazo de sus pares.
Estonces vino el intercambio de mensajes con el Palacio y la línea: había que apoyar a Rubén Ríos Uribe, de Morena, del distrito de Córdoba, amigo del gobernador y del secretario de Gobierno.
En el carambolazo, Cisneros aprovechó para hacer talco a Pozos y sepultar sus pretensiones o bien de sustituirlo en la Secretaría de Gobierno o de tomar el control de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), como pretendía. Su osadía la pagó cara: ya sin la presidencia de la Mesa Directiva el presidente de la Jucopo, Juan Javier Gómez Cazarín, le ordenó que de inmediato entregara la oficina, los equipos, la camioneta, todo.
La diputada Galindo Silva parece que también sigue pagando caro haberse intentado rebelar y enfrentar al gobernador Cuitláhuac García Jiménez como cuando en meses pasados en un acto en Villa Rica, de cara al Golfo de México, se molestó porque no la dejaron subir a un presidium con el mandatario estatal, hizo todo un berrinche con pataleo incluido y se retiró faltando al respeto a quien se supone que es su jefe político,
Lo que queda claro también es que contrario a lo que se vino manejando de que se iba y se iba y se iba casi al grado de jonrón de la Secretaría de Gobierno, Eric Cisneros se fortalece, y que los morenos afines al primer círculo del poder siguen tomando todo el control político y legislativo.
Los morenos siguieron cobrándosela al todavía coordinador de la bancada del PAN, Sergio Hernández, quien durante el bienio del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares despojó de la presidencia de la Jucopo a los pupilos de Andrés Manuel López Obrador cuando les correspondía asumirla y también excluyó de la directiva a cualquier diputado del partido de Cuitláhuac García. Ayer al PAN lo dejaron sin cargo en la Mesa Directiva. Por eso la nueva dirigencia panista está a horas de quitarle la representación de su bancada (lo sustituirá el diputado Omar Miranda Romero). Mientras pagan parejo.
Y el más calladito y que repite como secretario en la directiva es el priista Jorge Moreno Salinas, un diputado con experiencia, muy mesurado pero bien preparado y capaz para la responsabilidad que tiene. Como vicepresidenta queda Brianda Kristel Hernández Topete, del PRD.
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