La visión de quienes se acostumbraron a ver un país que sólo existía en su imaginación, ahora no entiende lo que sucede a través de las actividades intensas de la administración pública mexicana, habituada a no trabajar.
Es por ello que ni siquiera los partidos de oposición han podido constituirse en contrapeso de nada ni de nadie. La oposición rebasó a los partidos.
Lo peor es que sus juicios tratan de imponerlos a otros, que en algunos casos son atendidos ya sea por la habitual indiferencia a los hechos políticos o por la falta de información en la que cada día los medios mexicanos tradicionales suelen caer con toda la mala intención del mundo.
Así, por ejemplo, surgieron un par de eventos, donde los grupos resentidos por las tareas de la actual administración pegaron el grito en el cielo. El primero de ellos fue la aprobación de los cambios al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, y el segundo la captura de Genaro García Luna, personaje que puso todo un sexenio al servicio del cártel de Sinaloa, según dan cuenta los testigos y testimonios.
En ambas condiciones tiene que ver el vecino país del norte, guía espiritual económica y política de la derecha mexicana que manda a sus hijos a estudiar a las universidades de allá, para terminar viendo con toda naturalidad la intervención militar de ese país con cualquier pretexto.
Los acuerdos cuando se firman se desconoce la suerte que tendrán los firmantes. Es decir, en este nuevo episodio del Tratado de Libre Comercio, puede haber ventajas o desventajas para México, nadie puede pronosticarlo. La intención es que las haya, pero tenemos un vecino voraz e intervencionista, violador de los tratados internacionales y, sobre todo, expansionista.
Es como un matrimonio al momento de casarse, no se sabe si serán felices o se divorciarán la próxima semana. Pero la superficialidad de los críticos del actual sistema, aseguran que esa mañana fue de suerte para el presidente de la República, como si se tratara de una apuesta al futuro.
En todo caso si debe haber un ganador es México y no el Presidente, pero como están acostumbrados a ver en el Presidente a la máxima autoridad del país y al semidiós que les hizo creer por mucho tiempo que vivíamos en la abundancia y la prosperidad, creen que la suerte del país es la suerte del ejecutivo. Como solía suceder.
Un ejemplo claro de esto es la Casa Blanca que Peña Nieto no tuvo el valor de defender y colocó a su actriz favorita a explicar la compra. En este caso le fue bien al presidente de la República en detrimento de la sociedad, porque el dinero que se otorgó para su construcción y diseño, no le pertenecía, era del pueblo. Así, para ellos, los que quieren ver de lejos el país porque se sienten residentes de Atlanta o de San Diego, simplemente ven pasar la realidad como si vieran llover.
Esa superficialidad también los lleva a ver otro asunto donde tiene que ver el vecino país del norte y es la detención del exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna, motivo por el cual dijeron que el máximo suceso del sexenio, que era la firma de las correcciones al Tratado se vio opacada por la aprehensión del expolicía, como si algunas de las dos situaciones hubieran ocurrido en México y por designio del presidente de la República.
Ver al país como lo ven estos despistados explica la manera en que gobernaron y en la que quieren seguir gobernando una vez que derroquen al actual gobierno, que pareciera ser su enemigo y su obsesión.
Ante esta manera de ver la realidad y la costumbre de ver en el presidente de la República al propietario del país, la oposición se extravía en el momento de dar a conocer su visión del país. Un México que nunca conocieron porque seguían al pie de la letra los boletines de prensa que los medios reproducían como verdad absoluta y ni uno ni la otra coincidían con los hechos.
Los medios han realizado un trabajo poco responsable y nada patriótico. Desesperados por ver perdido un subsidio que nunca debieron recibir del gobierno, ahora presionan al nuevo gobierno para que no les cierren la llave de su sobrevivencia.
Es decir, teníamos una prensa enferma, poco o nada saludable, ahora que se les convoca a caminar por el camino correcto, simplemente toman sus medios como trinchera para tratar de desgastar al gobierno que adoptan, de inmediato, como enemigo. PEGA Y CORRE. - La guerra que desde hace poco más de 50 años se estableció contra las universidades públicas ahora se revierte ante las presiones que escuelas como el ITAM ejercen contra los alumnos, para sacar en tiempo y forma los estudios. La individualidad exacerbada de los métodos privados de enseñanza, y la presión por competir a ciegas con otras universidades obligan a los alumnos a dar más de lo que pueden y lo único que han hecho es conducirlos al suicidio. Ahora, habrá que supervisar mejor esas escuelas donde la consigna es mayor que la vocación, y el negocio es superior a la educación, que es un derecho y no una mercancía… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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