Hace dos días, la Conferencia del Episcopado Mexicano emitió un comunicado en el que los obispos de México expresan que “todos somos testigos de la delicada situación de incertidumbre y violencia que vivimos a nivel nacional e internacional, sobre todo en estos primeros días de 2020”.
Los padres de familia deben estar obligados a realizar un profundo análisis de la educación y valores que inculcan a sus hijos en casa.
Por desgracia, la profunda e interminable crisis económica que vive el país obliga a papás y mamás a trabajar y dejar a sus hijos al cuidado de familiares, en el mejor de los casos, o a que se entretengan por horas en las tabletas y teléfonos celulares sin supervisión alguna. Pero aun así, cuando los padres son verdaderamente responsables de sus hijos, están permanentemente atendiendo las necesidades de sus hijos y verificando qué es lo que hacen, qué es lo que ven, en los aparatos tecnológicos tan al alcance de todos.
Influencia de videojuegos sin supervisión paterna, pérdida de valores desde casa y acrecentada en la escuela, y problemas de salud mental son factores que influyen para desarrollar una conducta antisocial. También es factor el hecho de que el Estado no ha podido, a pesar de eternas promesas, detener, disminuir, la violencia social en la que sobreviven 40 millones de niños y adolescentes y la sociedad en general.
Sí, “todos somos testigos de la delicada situación de incertidumbre y violencia que vivimos a nivel nacional e internacional”; existe también una gran desidia de muchos de los integrantes y sectores de la sociedad al negarse a asumir la responsabilidad que le toca para generar una mejor sociedad desde cada uno de los ámbitos en el que se desarrollan.
La tragedia de esta mañana obliga a hacer varias reflexiones… y a actuar, antes de que ese drama se generalice en muchas otras escuelas y ámbitos del país. |