Si lo que quieren los hampones es afectar al gobierno estatal eso es secundario e incluso irrelevante. Todo político que se precie de serlo sabe que cuando detenta el poder hay cientos (o incluso miles) de sujetos y sujetas, que desean que le vaya mal y le ponen piedras en el camino para que así suceda.
La grandeza de un gobernante sale a flote cuando los enfrenta y los anula. Pero buscar culpables aquí y allá de los males que sucedan en la ínsula que gobierna, no es otra cosa que un signo de inmadurez, incompetencia y falta de capacidad política.
Cuitláhuac debe extrañar mucho a Jorge Winckler que se convirtió en el culpable favorito de sus torpezas y al que le pegó sistemáticamente los primeros nueve meses de su gobierno hasta que lo echó de la fiscalía. Ahora va contra Yunes Linares, y si ese recurso se le agota buscará a otro culpable y a otro y a otro. Y así hasta el infinito.
Cualquier cosa menos aceptar su responsabilidad.
Ser oposición es fácil, pero gobernar es muy difícil. Y Cuitláhuac sigue empeñado en ser oposición. Si Yunes y su pandilla se robaron las medicinas son culpables de un atraco. Pero la responsabilidad de surtir cuando antes esos medicamentos es del gobernador y de su titular de Salud.
Y hablando de éste, si para el gobernador la culpabilidad por el desabasto es de Yunes Linares, para el inepto e incapaz secretario de Salud Roberto Ramos Alor, la culpa es de las “políticas mercadotécnicas”. ¿Qué carambas es esto? Un terminajo que nació en los años setenta y murió en los ochenta del siglo anterior.
“El asunto de los medicamentos oncológicos va más allá de la voluntad o consideración que haya en un hospital. Estamos sufriendo con las políticas de mercadotecnias de los hospitales en los que se están privilegiando otras circunstancias menos la urgencia que tenemos nosotros”, dijo este bueno para nada.
Es decir, ni para mentir se ponen de acuerdo.
Lo cierto y lo inhumano, es que no hay medicamentos para los menores con cáncer que están sufriendo lo que nunca padecieron con los gobiernos neoliberales y conservadores que, transas y ladrones, pero se preocuparon por atender las necesidades de salud de los más desprotegidos.
La seguridad de Marlon
El pasado jueves y en comida con un grupo de columnistas de Xalapa y Veracruz, el líder estatal del PRI, Marlon Ramírez, habló sobre lo que está haciendo su partido con miras a las elecciones del 2021 donde se renovará el Congreso y las 212 alcaldías. En esas estaba cuando le pregunté a bocajarro: “¿Resurgirá el PRI?” “De eso no tengas la menor duda y puedes apostarlo. Claro que resurgirá y lo hará para ganar”, me contestó al botepronto y con la seguridad de quien sabe que así será.
Marlon no se ha dormido en sus laureles, de abril del año anterior en que fue elegido a diciembre, ha recorrido 105 municipios de la entidad y ha estado presente en la creación de los Consejos Políticos Municipales, pero además habla con los priistas, escucha y atiende las propuestas de las bases y se ha dedicado a reconstruir y unificar un partido que encontró resquebrajado.
Cuando le pregunté si el tricolor ya estaba seleccionando a los candidatos para las 212 alcaldías, me contestó que van con cuidado porque no quieren elegir a los amigos o compadres, sino a los mejores hombres y mujeres para cada municipio.
Y es que no hay de otra.
El buen trabajo que está haciendo Marlon, aunado al pésimo desempeño que han hecho los alcaldes de Morena sobre todo en municipios clave como Poza Rica, Xalapa, Minatitlán y Coatzacoalcos, más la casi desaparición del PRD estatal y el cisma en el PAN veracruzano, pueden abrirle las puertas al PRI que sigue teniendo una estructura sólida y que aprendió de sus errores. Graves errores que seguramente no cometerá en el futuro.
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