Las últimas broncas de las que se tiene registro sucedieron en los años sesenta y principios de los setenta con Los Tupamaros. Y más adelante con la dictadura cívico-militar que duró doce años (de 1973 a 1985). Pero de ahí en fuera (claro, con sus asegunes económicos), las cosas van bien en Uruguay que tiene uno de los niveles más altos de bienestar en América Latina.
Que se sepa, Uruguay jamás en su historia ha padecido el grado de violencia que sufre Veracruz por efectos del narco. Y en Ecuador la violencia no ha disminuido; ha aumentado, aunque tampoco en la proporción de nuestra entidad. A menos que Ríos Uribe tenga otros datos.
La violencia en Veracruz que comenzó en el 2004 con el fidelato y se acrecentó en el duartismo, subió a niveles de escándalo en el yunismo y se desbordó en el primer año del cuitlahuismo. Pero el diputado asegura que desde septiembre comenzó a bajar. ¿En dónde legislador? ¿En Uruguay?
Si en lo que va de enero ha disminuido el número de asesinatos a nivel nacional, no se puede decir lo mismo de Veracruz que en los primeros nueve días de este año reportó 32 crímenes con violencia, siete desaparecidos y tres secuestrados.
Hay municipios que pasaron del foco rojo al púrpura, pero el legislador tiene el remedio: “Van a bajar muchos elementos de la zona norte para fortalecer la seguridad en Coatzacoalcos porque es considerada como un foco rojo. Y vamos a construir la paz y seguridad que anhelamos todos los veracruzanos. Creo que ya se está dando al haber el quiebre de delitos y de aquí en adelante la tendencia será a la baja”.
Caray, quién fuera diputado de Morena para ver las cosas con el optimismo de este buen hombre.
Veracruz lleva 16 años aguantando la metralla de la violencia y si alguien viene a decirnos que hay que aguantar otros diez años, como que no nos está animando mucho. Más que una esperanza, diez años son una invitación a que 8 y medio millones de veracruzanos comencemos a buscar otras alternativas para vivir sin tanto sofocón ni sobresalto.
Diez años para ver la otra orilla… ¡pasu mecha! Más le hubiera valido a Rubén Ríos no tocar el tema. Lo mejor para evitar crispar aún más la menguada tranquilidad de los veracruzanos, era que el señor legislador hubiera cerrado el pico.
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