Peor, ante la ausencia del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, desmarcado del partido que lo llevó al máximo cargo de representación popular.
El antes conductor de masas, hoy Mesías de sus aplaudidores, el legendario Peje, está además en un tobogán, cae la preferencia ciudadana cuando apenas lleva poco más de un año de gobierno, luego de 20 años de lucha.
Con él, el efecto dominó.
A nivel nacional se ventila la lucha encarnizada entre Yeidcol Polewsky, presidenta de Morena depuesta y un interino, Alfonso Ramírez Cuellar, con más fama pública por su otrora relación sentimental con la actual esposa de López Obrador, Beatriz Gutiérrez Muller, que por su trabajo partidista.
Hoy, sin lugar a dudas, Morena está en el dintel del precipicio.
Se cierne asimismo la amenaza presidencial de fundar un nuevo partido si las tribus no se ponen de acuerdo.
Sería el principio del fin de Morena.
Y es que, de entrada y de cara al 2021 eventualmente Morena perderá el dominio del Congreso nacional.
Así, se constituiría un poder legislativo fraccionado que regresaría al país el contrapeso presidencial. Y en la otra cara que no menos importante, los municipios de los 32 estados de la república estarían en posibilidades reales de regresar al mosaico nacional de la pluralidad.
Y para Veracruz el escenario se torna más que interesante.
Al efecto dominó de la pérdida del poder y dominio de Morena a nivel nacional, se suma el pésimo gobierno de Cuitláhuac García, acompañado por las disputas al interior de su partido y el pleito a muerte que trae con Manuel Huerta.
Ello abrirá las compuertas del regreso de la que hoy se observa en apariencia como una oposición dividida y sin acuerdos, pero que a la hora de la hora el interés común los conciliará.
Es en ese juego donde resurgen con fuerza, apoyo, poder y decisión los partidos de siempre PAN, PRI y PRD, pero fundamentalmente los pequeños y los de nuevo registro: el Verde, MC, Podemos, PT, etc., así como los aliancistas y las asociaciones políticas.
Ansiosos de participar además están los enclaves regionales de poder, los viejos cacicazgos, las ínsulas políticas olvidadas pero no muertas, los líderes de siempre con apetitos de poder y las nuevas generaciones desencantadas con el cambio propuesto por la Cuarta Transformación que ha cerrado todos los caminos… salvo para sus chairos.
Todos en suma van contra el enemigo a vencer, Morena.
Y todos, todos los que participaron y fueron traicionados como Pepe Yunes, regresan a la lucha, a la disputa por el poder.
Será un combate palmo a palmo, ciudadano por ciudadano; con pruebas de que lo mejor no fue lo que llegó sino lo que se perdió por traiciones y deslealtades.
El termómetro pues, serán las intermedias.
Para el aludido, Pepe Yunes, una diputación federal en el nuevo escenario no le representará problema alguno ya que si bien juega con un partido, que no necesariamente sería el PRI, o con el PRI en alianza con el PAN, lo que importa es el nombre.
Ello por más que suenen ruidos de fuertes aspirantes… que solo son de papel.
A Pepe Yunes le quieren meter ruido con un pariente de mala memoria y altas traiciones, a quien quieren endilgarle la candidatura a la diputación por el mismo distrito electoral donde jugaría Pepe Yunes.
Pretender menguarlo pero como dicen los clásicos: “¡No somos iguales!”.
Evoquemos a Fernando Gutiérrez Barrios, quien en el 2000 arrasa en su aspiración por el Senado de la República ante los cobardes embates del otro aspirante, Dante Delgado, quien sustentó su campaña en insultos y ofensas contra su padre putativo logrando tanto solo el desprecio ciudadano.
El proyecto de Pepe responde a una estrategia nacional que va por el rescate opositor de la Cámara de Diputados para desde ahí construir la circunstancia que defina el 2024.
Observemos que algo parecido está sucediendo con José Antonio Meade, comprometido con el regreso de la alternancia empezando por el Congreso de la Unión.
La lucha, por tanto, no es de ratones, es de toda la oposición.
Y para Veracruz representa la posibilidad del fortalecimiento electoral a través de gente honesta, no corrupta y con ganas de ayudar. A gente como Pepe Yunes a quien por más que buscan endilgarle pecados y colgarle santitos, su trayectoria prima.
Hace mucho se extraña el regreso de los buenos tiempos de la política con justicia social, a la política del buen gobierno, a la política que ponga fin a las divisiones y ocurrencias; a la política, en fin, que regrese la seguridad que tanto anhelamos.
Hay tiempo.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |