Xalapa se ha convertido en una ciudad insegura porque sus autoridades han permitido la impunidad. En sus colonias se palpa el abandono y la desidia; no hay una en la que no estén presentes el descuido, la basura, las calles cuarteadas y hasta las fugas de agua que tardan en ser reparadas.
Xalapa carece de obra pública y la poca que hay, como la pavimentación parcial de la calle Revolución, se realiza a paso de tortuga. No es posible que el Ayuntamiento lleve siete meses pavimentando 350 metros lineales y aún no pueda terminar.
Baches, carencia de alumbrado, parques y jardines descuidados, cierre de comercios establecidos, multiplicación del comercio informal y desempleo, son otros de los problemas que aquejan a una Xalapa que no necesita de un político o de un inútil para que la gobierne, sino de un administrador.
Ciudades como Santiago de Chile, Buenos Aires, Nueva York o Madrid (sólo por citar cuatro ejemplos), son gobernadas con excelentes resultados por administradores, más que por políticos.
Quizá alguien diga que me fui muy lejos en las comparaciones pero no. Alguna vez esas ciudades estuvieron como está hoy Xalapa cuando fueron gobernadas por sujetos cien por ciento políticos.
Reitero, Xalapa necesita con urgencia de un administrador. De alguien con la suficiente altura de miras que atraiga inversiones, revitalice la economía y genere empleos. Alguien que llegue con un proyecto de pavimentación integral para que sus calles se pavimenten bien en semanas y no mal en meses como ocurre actualmente.
Xalapa requiere de alguien que traiga bajo el brazo un plan para llevar alumbrado público a las zonas más apartadas y otro para garantizar la seguridad de todos, principalmente de mujeres y niños.
Requiere de alguien que la embellezca; que mejore sus espacios culturales y recreativos, que limpie sus calles y mercados, restaure sus escuelas y hospitales regionales. Y en este punto, que esté pendiente del abasto de medicamentos.
Eso requiere Xalapa, de alguien que gestione y concilie y no de sujetos que descalifiquen y dividan.
Xalapa necesita que la escuchen y no que la apapachen. Es decir, los xalapeños ya no quieren palabrería hueca sino acciones concretas. Y la ventaja de un administrador sobre un político es que mientras éste promete, aquel ejecuta.
En síntesis, el consenso general entre los xalapeños es que les vendría muy bien un administrador para su ciudad. Y subrayo; es el consenso general.
De la treintena de aspirantes a alcaldía (más los que se sigan acumulando) ¿hay alguno que tenga dotes de administrador y la capacidad para sacar a Xalapa del hoyo en que la metieron los malos políticos?
Sí, si lo hay.
¿Su nombre?
Te lo dejo de tarea, lector.
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