De acuerdo con la Constitución, si se va en estos momentos quien ocupe su lugar tendría que llamar a comicios extraordinarios para elegir un nuevo gobernador. Y así como están las cosas lo más seguro es que el abanderado de Morena sea vapuleado en las urnas.
La segunda opción es que Cuitláhuac llegue al 1 de diciembre con lo que cumplirá dos años en el poder y su sucesor completaría los cuatro restantes sin necesidad de elecciones.
Y es ahí donde entraría Ricardo Ahued.
La bronca es que –reitero- López Obrador lo quiere de candidato en 2024 porque lo ve como un aspirante ganador. Y lo sería de no ser por Cuitláhuac que es el peor activo que tiene Morena en la entidad.
Si AMLO se enterca y deja que el ingeniero mecánico electricista termine su mandato, Ahued tendrá dificultades sin cuento para ganar la gubernatura. Nadie pondrá en duda su honestidad, honradez e incorruptibilidad, pero el lastre del pésimo gobierno de Cuitláhuac sería difícil de cargar.
Pero si Cuitláhuac se va en diciembre y es remplazado por Ahued, el cambio sería bienvenido porque con su sola presencia en Palacio de Gobierno, el ex alcalde de Xalapa despresurizaría la olla del descontento social que de seguir hirviendo puede estallar en cualquier momento.
Ojo, no será Ricardo quien acabe con la violencia de la noche a la mañana, pero sí actuaría contra la impunidad desde el primer día lo que será un gran aliviane para Veracruz y los veracruzanos.
¿Y si se busca una opción B y a Ricardo se le deja para el 2024? Ora pues va, ¿quién sería esa opción? ¿Eric Cisneros, Zenyazen Escobar, Manuel Huerta, Gómez Cazarín? Ninguno garantiza la gobernabilidad que requiere la entidad.
Insisto, reitero y subrayo, la única opción para que el barco de Morena medio enderece el rumbo a partir del 2021 se llama Ricardo Ahued. No hay más. Aguantarlo hasta el 2024 será un error, un yerro muy grave que Morena y AMLO tendrían que pagar.
bernardogup@hotmail.com |