No hay tema que le meta más ruido a un gobierno, no hay asunto que desestabilice más a una administración, que la noticia del ataque a un periodista o a un medio de comunicación.
Algunas veces con razón, otras sin ella, pero invariablemente los ataques a comunicadores suelen ser tomados en cuenta para la medición del desempeño del gobernante en turno.
Mientras más periodistas hayan muerto durante su gestión, peor calificado será un gobernante.
La tarde de este lunes, cuando la atención de los veracruzanos estaba enfocada en las nuevas medidas que imponga el gobierno para combatir la pandemia de coronavirus, de pronto, como un trueno a la mitad de la noche, surgió la noticia de que la periodista María Elena Ferral (para quienes vivimos en la capital del estado, la ubicamos como corresponsal del Diario de Xalapa) fue atacada a balazos, a plena luz del día, gozando sus agresores de la tranquilidad que les otorgaban esas calles vacías.
La combativa reportera fue trasladada al hospital regional; su condición de salud al llegar a la clínica era reportada como “grave”, pues recibió al menos tres disparos.
Eran cerca de las dos de la tarde, cuando María Elena Ferral se dirigía a su vehículo. De pronto, dos personas que se movían en una motocicleta se acercaron a ella y sin mediar palabras le dispararon.
En la calle fueron ubicados ocho cartuchos percutidos.
Contrario a lo que ha sucedido en otras ocasiones, en esta el gobierno estatal reaccionó con prontitud (ayudó que tiene en estado de alerta todos los hospitales del estado, para la atención del Covid-19) y de inmediato se dio una postura oficial sobre este caso.
El trillado –y muy pocas veces real- discurso de que “se acabó la impunidad”, o que en Veracruz “el que la hace, la paga”, además del reclamo a aquellos medios de comunicación que dieron por muerta a la periodista y la sugerencia de que todo tiene que ver con el interés de alguien (o de algún grupo) de “golpear” al gobierno.
Ya se conocía que María Elena Ferral había recibido amenazas. La de Basilio Picazo fue sólo una de ellas, y se conoció porque la propia comunicadora lo hizo público. Hay versiones en el sentido de que el político y la periodista hicieron las paces.
Pero el trabajo periodístico de María Elena incomodaba a muchos más y alguno de ellos pensó que podía deshacerse de la comunicadora sin enfrentar ninguna consecuencia.
Hoy le toca a la Fiscalía General del Estado (FGE) y a su “encargada de despacho”, demostrar que lo prometido por el gobernador Cuitláhuac García (“se investigará a fondo, no habrá impunidad”) no son sólo palabras.
María Elena Ferral está hoy en el hospital, víctima del ataque de otro virus, también letal: el de la intolerancia.
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Epílogo.
El colega Alejandro Aguirre anunció en su columna que el gobierno federal estaría considerando la posibilidad de suspender el actual ciclo escolar, ante la prolongación de la contingencia por el virus Covid-19. Yo no lo había leído en ningún otro medio, ni en las redes sociales. *** Sin embargo, el mismo lunes el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, salió a aclarar que “ante los rumores que surgieron en las redes sociales en torno a que las clases se suspenderían hasta septiembre próximo (…) se trata de información falsa”. *** No sería la primera vez que el último en enterarse sea el titular del ramo.
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