Los mensajes -rumores- en las benditas redes sociales indicaban lo siguiente: “Anuncios para mañana (de buena fuente) Ebrard a la Secretaría Gobernación; López-Gatell a la Secretaría de Salud; Olga Sánchez Cordero a Relaciones Exteriores; Raquel Buenrostro a la Secretearía de Hacienda (Provisional). Renuncian: Herrera, Romo y Jiménez Espriú”.
Por todo lo anterior, resulta interesante analizar en detalle no tanto el rumor de los cambios, sino las características del rumor, que hoy en día se ha convertido en otra pandemia a través de los distintos medios de comunicación, cuando cualquier puede generar un cuchicheo electrónico que alcanza a millones de personas.
Aunque en el caso del rumor de los cambios en el gabinete presidencial, lo primero que habría que preguntar es ¿a quién beneficia el rumor?
La respuesta es lógica, al hasta hoy todavía Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard que supuestamente pasaría a la Secretaría de Gobernación, que se supone es la encargada de llevar la política interna del gobierno.
Hay que recordar el protagonismo que ha tenido Marcelo Ebrad, quien es el secretario que más ha acaparado los reflectores en las conferencias mañaneras, primero por la firma del Tratado de Libre Comercio y luego hasta con el coronavirus, fue él quien anunció a los medios de comunicación que entrabamos a la etapa 2.
Ha dio también notable la ausencia de la propia Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero que prácticamente nada más asiste a sentarse en la banca de las conferencias mañaneras y del Secretario de Salud, que ya ha sido borrado del presídium y sustituido por el vocero oficial el ya famoso subsecretario López-Gatell.
Hay que recordar que la línea de separación entre información verídica y el rumor es subjetiva, es resultado de nuestra propia persuasión, cuando una persona queda convencida por un comunicado de un amigo o conocido, considera que se trata de una información, pero si en cambio salta la duda, entonces podrá calificar el mensaje como un rumor.
Así las cosas, el rumor es un enunciado ligado a los acontecimientos cotidianos destinado a ser creído, transmitido de una persona a otra, ahora gracias a las benditas redes sociales, sin que existan datos concretos que permitan establecer su exactitud.
Se trata pues de una declaración destinada a ser creída, que se refiere a la actualidad, y se difunde sin verificación oficial.
El rumor trata de convencer, es casi una maniobra de evangelización, está destinado a ser creído.
En general se transmite un rumor con la finalidad de manipular información, se distingue de los chistes o memes cuya única finalidad es divertir.
En política, los rumores, preceden a los cambios de funcionarios, primero se empieza a conocer la información por el rumor y luego se confirma el hecho, como ha venido ocurriendo siempre que se van a dar las remociones.
El rumor es el mercado negro de la información, cuando la gente quiere saber, pero no recibe respuesta.
El rumor no es obra de su fuente, sino de los miles de personas, que deciden repetirlo al punto de que llega a ser considerado como cierto.
En el caso del rumor sobre los cambios en el gabinete presidencial, el dicho fue creado por alguien que pretende no informar, sino presionar para que se den las modificaciones en la estructura de los principales colaboradores y funcionarios de primer nivel.
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