El pasado domingo, como cada fin de semana, hacemos la despensa para los abuelos y para nosotros. La Mujer me arma con guantes, cubrebocas, careta (la carota la pongo yo como chamaco, cuando tu madre te ponía un suéter que no te gustaba y tenías que salir así) y agréguele el gel antibacterial… ¡para qué! Si al cliente le vale un comino la sana distancia, cuantimás al vendedor… atrás de mí, formado eso sí, a un metro de distancia (a esta Susana le faltó un brazo), un joven sin cubrebocas… vuelvo al segundo párrafo de esta columna: Dijera el “inclítoris” Peña Nieto: ¿Ustedes qué hubieran hecho? o el mismo Diego Verdaguer: ¿Usted qué haría? Y no me refiero a mí, como cliente, sino al vendedor de frutas y verduras de la Rotonda: ¿le hubiera pedido a su cliente que no entrara si no contaba con cubrebocas o le hubiera facilitado uno?
Nina, mi can-hija, anda mal de la cadera… ahí voy a sacar las radiografías y las llevo más tarde al Médico Veterinario… no lo encuentro, pero dejo las placas en la tienda que está debajo del consultorio y me topo con un letrero: “Entre con Cubrebocas”... y así entré. Hasta da gusto la demanda de la señora de la tienda.
A qué voy… si el comerciante quiere abrir su negocio, debe ser el primero en comprometerse a cumplir las medidas pertinentes que lo protejan a él y a sus empleados, por principio; luego, a sus clientes… protegido él, protegidos todos. Luego, las autoridades municipales, las de salud, las de Protección Civil y las que haya a lugar, ¡chambear! es decir, recorrer la ciudad, y supervisar que se haga, que se cumpla y actuar en consecuencia si no lo es…
Conste, me refiero a lo que se llama comercio no esencial entre los que no incluyo a bares, cantinas, antros o centros nocturnos donde se concentra un alto número de parroquianos… pero esto sería ideal si tuviéramos como sociedad, tres dedos de frente...
Porque si ya de por sí, en mayo, AMLO hablaba que tenía programado perder 350 mil empleos, hoy, si nos va bien, dice que quizás se pierdan un millón… el Inegi tiene otros datos: 12 millones de mexicanos. El panorama no es alentador y más cuando estoy seguro que esos manifestantes de ayer, frente a Palacio de Gobierno, son empresarios-orquesta (son maestros, bateristas, guitarristas, cantantes, bajistas… son Todo en su negocio)... acumule al empleado de la tienda… el que aún es empleado…
¿Se puede culpar a los gobiernos de esta crisis económica (olvide la de salud) por la que atraviesa este sector de nuestra población? Y me refiero a un sector porque no todos tenemos el privilegio de trabajar desde casita, a toda madre, y sólo checando si ya cayó el depósito… en parte no… en parte sí…
En parte no, porque sigo viendo que a pesar de que estamos en Semáforo Rojo, mucha gente no guarda los principios básicos de Sana Distancia, uso de gel, cubrebocas, no exponerse innecesariamente, etcétera. Se los juro… hay gente que pone en la Fe su salud sin importarle arriesgar la de su madre… hay gente que ya me mandó al infierno por no recibirle un ensalivado papel donde venía la Palabra de Cristo…
En parte sí, porque quien debiera poner el ejemplo y ser el primer demandante de protegerse para proteger a los demás, no lo hace… sí, el Presidente.
Lo que sí es cierto, es que nuestras autoridades tienen un gran dilema entre la salud y la economía, visto desde lo macro, porque desde lo micro, ése que vive al día, define mejor su entorno: trabajar o robar… ¿usted qué haría?
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