No podemos olvidar los contratos de carreteras inexistentes del Grupo Atlacomulco con la empresa española OHL; tampoco las construcciones con contratos oscuros de la brasileña Odebrecht; el saqueo de las minas de Zacatecas por empresas canadienses, o los contratos absurdos de las empresas estadounidenses en la instalación de energías limpias; la empresa Gas Natural de España, que fue puesta en orden ante irregularidades en las facturas en el norte del país. Otro ejemplo es TransCanada, que premió a los gobernadores con sustanciosas propinas para que presionara a los presidentes municipales que tenía que ver con un gasoducto que construía, para que permitieran un derecho de paso sobre terrenos particulares. Todo un negocio de la empresa y los gobernadores.
Cuando el presidente de la República anunció que revisaría los contratos con las empresas extranjeras de energía porque les puso un alto a los excesos que habían permitido administraciones anteriores, en este ajuste de cuentas se vieron afectadas empresas de Canadá, Alemania, Italia, España, Gran Bretaña, Suecia, Finlandia, entre otras.
Pero los enemigos no sólo vienen de afuera, también los tiene en su partido, porque el “presidente interino” de Morena, Alfonso Ramírez, luego de que llegó a ese puesto de manera poco clara, anuncia que es hora de pedir financiamiento a los bancos internacionales.
Alfonso Ramírez Cuéllar, afirmó que “es urgente” que el gobierno recurra al endeudamiento.
Estas declaraciones recientes contradicen la convicción del presidente. Ante estas declaraciones fue muy oportuna la advertencia de Andrés Manuel López Obrador en el sentido de que es tiempo de que cada quien se ubique en el lugar que corresponde: “No es tiempo de simulaciones: o somos conservadores o somos liberales”.
Pero la guerra contra López Obrador no tiene sólo dos frentes, quienes fueron afectados en sus intereses. Ahí están las marchas de los mercenarios.
No es ninguna novedad que haya jóvenes encapuchados irrumpiendo en las calles que tienen como única intención destruir desde edificios públicos hasta monumentos en nombre de exigencias que son ficción, ya que en este sexenio se les ha dado voz y diálogo a todos los grupos, por pequeños que sean.
Lo que sucede en Jalisco repercute en el gobierno federal, ya que desde hace meses y con el pretexto de la recaudación fiscal, el gobernador de ese estado mantiene una actitud de claro enfrentamiento contra el presidente de la República junto con otros gobernadores de oposición que a duras penas suman siete, pero que consideran que pueden hacer cambiar el rumbo de la distribución de impuestos.
Luego de que los policías de Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco, asesinaran a Giovanni López, por el “delito” de no usar cubrebocas, se descubren imperdonables situaciones de represión en Jalisco. En este municipio, gobernado por el priista Eduardo Cervantes Aguilar, ha habido muchos abusos de la policía contra la población.
Las manifestaciones que expresaron su indignación ante este asesinato fueron auténticas expresiones de descontento contra un régimen estatal, cuyo gobernador dijo que esos contingentes habían sido enviados por el presidente de la República, luego dijo que no había sido Andrés Manuel López Obrador sino sus colaboradores y responsabilizó a Claudia Sheinbaum, luego se desdijo y aseguró que se trata de grupos de la delincuencia organizada que no lo quieren. En un reportaje, la periodista Anabel Hernández asocia a Enrique Alfaro con el cártel Jalisco Nueva Generación, al que ha permitido no sólo actuar sino fortalecerse.
Lo cierto es que Alfaro quería ocultar los abusos contra los manifestantes, situación que después confesó al ofrecer una disculpa pública a los jóvenes, familiares y “al pueblo de Jalisco” por las detenciones ilegales que ocurrieron en Guadalajara durante el segundo día de manifestaciones por la muerte de Giovanni López.
Enrique Alfaro pretendía evadir la responsabilidad, pero después las esposas de los policías detenidos declararon a los medios que la represión a los manifestantes había sido ordenada por el gobernador.
A pesar de estos abusos quiere que el líder vitalicio de su partido, Dante Delgado, lo designe candidato a la Presidencia de la República. Es evidente que la carrera política de Enrique Alfaro terminó.
Ahora aparece otro frente contra el Presidente, que es la agresión de encapuchados a la Embajada de Estados Unidos, país al que los conservadores mexicanos consideran aliado, porque en más de una ocasión el PAN solicitó ayuda para derrocar a Andrés Manuel López Obrador.
Así, decenas de personas pagadas por alguien se manifestaron en las inmediaciones de la Embajada de Estados Unidos, como si protestaran por el asesinato de George Floyd en Estados Unidos, donde la muerte de esta persona también ha creado una sistemática crítica al gobierno de Donald Trump, cuya reelección quieren evitar.
Al respecto, el embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, agradeció al gobierno capitalino la intervención de los elementos de seguridad para detener la vandalización de la delegación diplomática.
La guerra contra López Obrador viene de diferentes frentes, pero se deriva de un solo motivo: arrebatarle los privilegios ilícitos que otorgaron administraciones anteriores, dentro y fuera del país.
La situación no está como para exaltar el amor y la paz, es necesario que se actúe. Hay muchas órdenes de aprehensión contra funcionarios del pasado, Hay muchas dudas sobre hechos de corrupción, Habrá que actuar de inmediato al respecto, con ello seguramente las trincheras tendrán menos agresividad, porque muchos de los violentos y agresivos tienen mucha cola que les pisen. Por ahí viene la lumbre. PEGA Y CORRE. - Ahora que el gobierno federal solicitó un crédito, los panistas exigen que sea vigilado, porque no saben en qué se va a aplicar… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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