Como consecuencia de ello, desde la última década hasta la actualidad, parece que nadie quien haga carrera política de su vida merece respeto. Y ante lo anterior mucha razón tiene el pueblo por los niveles intolerables de corrupción y saqueo que se han y siguen presentado. Sin embargo, también es muy cierto lo que puntualiza Rodríguez Prats en su libro “Cartas a un joven político”.
El Chiapaneco menciona que no por el hecho de haber tenido una mala experiencia con el dentista, hay que ir a buscar un plomero para que extirpe la muela.
La experiencia en lo público parece un delito que no mereciera ninguna clemencia. Siempre he pugnado por el hecho de que, si alguien cometió una irresponsabilidad pública que se le señale, pero en un órgano jurisdiccional, que se fundamente con la carga de la prueba, y no con la inquisición mediática que poco resarce el daño, o el uso político del poder público sobre actos privados.
Parafraseando al autor anteriormente citado, afirmo que el mayor desafío para los partidos no radica en obsesionarse tan solo con los triunfos, sino también en obligar a quienes ganen a cumplir lo prometido, y dar respuesta a las problemáticas que se vayan presentando en el camino.
Para ello, todos los días deberíamos autoevaluarnos. Eso serviría como fotografía para medir el impacto de nuestras acciones en el tiempo, para verificar si estamos siendo efectivos.
En política una cosa es la edad biológica y otra la madurez. Hay jóvenes viejos y viejos jóvenes. La variable siempre será anticipar peligros y responder con agilidad a la sorpresa. El político está condenado a ser, siempre, un aprendiz y ello lo mantiene joven por el espíritu, si no se práctica lo anterior, es funesta cualquier trayectoria.
De lo contrario podríamos ir perdiendo toda razón de libertad, por ausentarnos de la cosa pública. Hay que ser respetuosos, pero jamás abyectos, mucho menos condescendientes de las injusticias.
Por ejemplo, la defensa de la libertad de expresión es un derecho fundamental de nuestra democracia consagrado históricamente en nuestra Constitución como producto de años de lucha por los intelectuales y el pueblo de izquierda y derecha.
Cualquier atentado contra la libertad de expresión es un atentado contra la representación en la que hemos concebido organizarnos como sociedad y nuestra forma de vida.
Para lo anterior sobre decir que México es una es una República representativa, democrática y federal. ¿Qué significa esto? Que somos es un país muy grande con muchísimos habitantes y problemas muy diferentes en cada región. Por ello es mejor que esté basado en la pluralidad y no en el pensamiento único ya que cada sector debe tener sus propios "círculos" de discusión.
Situación indispensable para organizar y conducir a los pueblos, ya que como decía Allende: los procesos sociales no se detienen ni con el crimen ni con la fuerza. Solo los resultados administran la vida los pueblos, y más cuando debemos llevar a la realidad el aforismo: Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie. |
