Era una vitrina para ver y ser visto de todo
Uno de los lugares más emblemáticos del puerto de Veracruz, son los famosos Portales, con sus bares y cantinas, en donde todo aquel que llega a la ciudad, tiene que ir a tomarse cuando menos unas cervezas, “sino no puede decir que estuvo en el puerto”.
Una noticia lamentable en lo personal, fue la que circuló en las benditas redes sociales, en la que se daba a conocer el cierre de uno de los bares con mayor tradición, El Bar Palacio, que como bien se dice era una “vitrina” para ver y ser visto. Sitio de reunión de políticos, periodistas y ahora también de “influencers” de Veracruz y más allá.
Fuente de empleo para cientos.
Imborrables las jarras de cerveza para brindar por cualquier motivo o sin motivo.
Con el cierre de su cortina, termina una época del puerto de Veracruz, que con esta canija pandemia ha obligado a bajar la cortina de no se sabe cuántos negocios.
En lo particular, siempre tendré presente, mis años en la entonces Facultad de Periodismo -la de Canal y Guerrero- de donde salíamos al medio día para ir a comer -se supone que a nuestras casas- pero como la mayoría éramos de fuera, resultaba mejor ir a tomarse dos cervezas en el restaurant bar Palacio y comer con toda la botana que nos daban y que por cierto era muy abundante. ¡Qué años aquellos que no volverán!
Cuantas tardes pasamos sentados en sus sillas frente a una jarra de cerveza, mi amigo y compañero Rodolfo Mata Reyes y René Ortega, platicando de todo y de nada.
Pero además, podría considerar como mi tercera aula del periodismo a la barra del Bar Palacio, además obviamente de las aulas de la facultad y de la redacción de los periódicos El Dictamen y la Tarde, porque todas las noches era el sitio donde íbamos a finalizar una larga jornada que iniciaba todos los días a las siete de la mañana.
Era prácticamente una estricta rutina diaria, mi querido mentor y maestro de la vida, Alfonso Valencia Rios acostumbraba al término de su jornada periodística en la redacción del periódico, pasar a los portales, alrededor de las diez de la noche, para tomar dos wiskys Old Par -que era el de moda en ese entonces- y mientras los tomaba, me platicaba y comentaba todos los acontecimientos de la actualidad estatal, nacional e internacional.
¡Cuántas cosas y enseñanzas me transmitió en esas pláticas, parados los dos, en la barra del Palacio!
Mientras yo consumía la botona de lujo, de jamón serrano y quesos holandeses!
A esas horas, el bar Palacio estaba lleno, principalmente por marinos de los barcos que llegaban al puerto y que bajaban a convivir con las mujeres jarochas.
También era el desfile de personajes, como la cacahuatera con su charola de mercancía o los vendedores de billetes de lotería.
Ahí también, llegaban veracruzanos a pedirle algún apoyo, desde dinero, una carta de recomendación para un empleo o para algún otro favor y el maestro Valencia Rios generoso como era, a todos los atendía.
El Bar Palacio estaba situado estratégicamente, frente a la explanada del Palacio Municipal, por lo que de alguna manera también fue testigo de innumerables actos políticos, ya que por las escaleras del frente se subía al salón de cabildos, en donde todavía recuerdo la pelotera que se armó cuando la Reina Isabel visitó nuestro país y estuvo en el palacio municipal, ahí quedó la foto en el archivo del Dictamen, del maestro Valencia saludándola en el pasillo.
Prácticamente todos los que fueron Presidentes de la República, en su momento estuvieron también en el salón de cabildos del primer ayuntamiento de México y el bar Palacio fue testigo mundo de esos acontecimientos.
Pero quizás lo más atractivo, para propios y extraños, era ir a cualquier hora del día, a sentarse simplemente a escuchar las marimbas, grupos de trovadores y bailarines de jarocho y sin lugar a dudas, otro de los íconos del puerto, el grupo del Quinteto Mocambo, que todavía hasta nuestros días sigue sonando con su particular y alegre estilo musical.
Por todo eso y mucho más, es que la noticia del cierre del Bar Palacio en los portales de Veracruz, nos entristece, porque termina una parte de la historia del puerto, donde se escenificaron miles de pláticas y felices momentos.
El cierre del Bar Palacio, se viene a sumar a los miles de negocios que han tenido que cerrar sus cortinas, en el puerto y en todo el estado.
Son hechos, que aparentemente no son registrados, pero que al pasar el tiempo, nos damos cuenta que ya no están y que solamente nos quedan los recuerdos, de lo que fue toda una bella época en el puerto jarocho.
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