Se justifica que lo expresen los partidos de oposición porque ellos tienen en su historia a expresidentes que pueden ser juzgados, pero en los líderes de opinión que siempre solaparon este tipo de acciones su sorpresa sorprende e indigna, incluso insulta.
Es muy grave que un poder autónomo esté supeditado a otro. Los tres poderes de la Unión deben tener su propia autonomía, pero es más grave evidenciar el silencio cómplice del pasado con la crítica inesperada del presente.
Desde hace muchos años, casi 100, el poder del Presidente era absoluto. Bajo su mando estaban, sin regateos, el Poder Judicial y el Legislativo, ahora que aseguran que la tradición sigue, levantan la voz con un matiz de indignación amnésica que les anula su credibilidad.
Debe investigarse a fondo si en realidad hubo algún tipo de presión, debe haber pruebas ante tan contundentes acusaciones. Porque es de suponer que en un régimen como el que se anuncia y como el que se prometió en los días de campaña ahora todo sería diferente, lo cual implica una mayor responsabilidad, y, por lo tanto, una mayor condena.
Si la Suprema Corte de Justicia falló a favor de la constitucionalidad de que se realice la consulta para juzgar a expresidentes se debe, en primer lugar, a que había candados que impedían este tipo de acusaciones. Algunos de los actuales magistrados les deben el cargo a expresidentes, esto debe tomarse muy en cuenta a la hora de ser claros y objetivos en la exaltación de una crítica visceral y poco reflexiva.
Lo que también debe ser condenable es que si se anuncia un régimen diferente las cosas se hagan igual que siempre, en caso de que haya habido presión de Andrés Manuel López Obrador sobre los magistrados.
Sin embargo, no deja de sorprender la reacción de quienes acusan esta presión como algo inaudito y novedoso. Si es verdad la acusación es una desgracia que todo siga igual y ahí debe estar la sorpresa, pero no en la sumisión de otro poder al Ejecutivo, porque eso no es ninguna novedad.
No tiene proporción el paroxismo de indignación que ahora muestran los críticos con el silencio cómplice que guardaron en el pasado interactuando con fallos evidentemente sometidos al jefe del Ejecutivo, y en ese sentido se violenta la inteligencia de la población y se menosprecia su memoria.
Además de esta condición imperdonable de los opinadores compulsivos; donde también faltó inteligencia y recato fue en las filas de Morena, donde surgió rápidamente la opinión del vocero de la presidencia Jesús Ramírez, quien felicitó el fallo de la Corte, pero también el líder de la bancada morenista en el senado Ricardo Monreal, quien en ese mismo sentido alabó a los magistrados y el líder de la bancada de diputados de Morena, Mario Delgado también brincó de gusto y lo gritó casi.
Lejos de hacerle un favor al presidente de la República lo colocaron en una situación muy incómoda porque lo muestran como un triunfo de un mandato personal y no como una resolución legal y justa.
En momentos y casos como este es donde Morena muestra que todavía no aprende a ser poder y sigue comportándose como si fuera oposición y, lo que es peor, como si estuviera en campaña.
Porque no es posible vivir con tal desmemoria que traicione a la historia, por un lado, ni, por el otro, con una ilegalidad que anule la transformación prometida. PEGA Y CORRE. - Es necesario que se legisle sobre la duración de un puesto de elección popular y sus condiciones, porque ahora más de uno, en lugar de estar pendientes del trabajo que exige su cargo, están pensado en brincar a otro y luego a otro de tal manera que no se concentran en su trabajo ni cumplen cabalmente con una campaña que pueda convencer a la gente de que pueden ser eficaces. Pero cómo creerles en campaña si dejan una responsabilidad a la mitad… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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