En 2018 se le llamó “efecto AMLO”. Durante su campaña, López Obrador instó una y otra vez el “voto parejo”, es decir, que el elector votara por el partido que él representaba, sin meditar a los candidatos. El lector tendrá su propia opinión de cuál fue el resultado que un alto número de ciudadanos no sólo le diera la mayoría en el Poder Legislativo, sino que brindó oportunidad para que llegara también un inusual número de personajes “sui generis” a los escaños y curules, tanto en el altiplano como en el espacio local.
Para este 2021, AMLO ya no estará en las boletas, y se supone que tampoco podrá “sugerir” otro “Voto Parejo” en aras de mantener el Poder sobre el Poder Legislativo, pero ello no significa que la oposición tenga la elección en la bolsa… basta recordar que cuando el viejo PRI tuvo el Poder Absoluto en la mano, por muy encabronada que estuviera la gente, por muy molesta que estuviera la clase media, por muy jodidos que se tuviera a los mexicanos, el PRI ganaba… sí, es un ejemplo muy viejo de cuando se amarraba a los perros con longaniza, pero no me van a decir que tenemos un Presidente “moderno” cuando en sus discursos y políticas a veces nos provocan Déjà vu que nos transporta al echeverriato.
En estas próximas elecciones, la Oposición no debe caer en el “Efecto AMLO”, es decir, que en su pugna por quitarle el Poder al Ejecutivo en el Poder Legislativo, llame a que se vote por sus siglas sin que tomemos en cuenta quiénes sean sus candidatos.
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Si bien, es seguro que los partidos que han de participar este 2021 están obligados a llevar sus mejores cartas, incluso, hasta Morena, ha de ser difícil para todos mezclar experiencia con popularidad.
Y ojo, porque hasta el momento, sólo se habla, al menos acá en la aldea de Veracruz, de candidatos a las alcaldías, a las presidencias municipales, y poco ruido hacen o ni se notan quienes pretenden curules, sean locales o federales… aunque debe haberlos.
Es seguro que uno conozca a aquel ciudadano o político que ya lleva recorrido su distrito en la segunda vuelta o más, haciendo lo que todo aspirante hace: enamorar al potencial electorado, sea llevando despensas, apoyando al vecino, ayudando con el dispensario médico, que con cubrebocas, que con la esterilización de las mascotas… ¡vamos! si no le alcanza el recurso, pero quiere o sueña con verse en una curul, pues mínimo, se arrima a los que considere los más fuertes contendientes del partido, para que también lo vean…
La idea es que si la oposición quiere ganar en las urnas, debe llevar no sólo experiencia sino también popularidad en sus candidatos… ¡vamos! tengo la certeza de que al electorado poco le importa el curriculum, los palmarés académicos, el conocimiento administrativo, y es más fácil que reaccione a sus filias y fobias, que a un voto razonado por el bien de su municipio, de su estado o su país. Y créanlo que si Morena no sigue en su sueño del “Efecto AMLO”, ha de dejar la tómbola para buscar mínimo, personajes populares, que pueden ir desde deportistas o ex deportistas, a actores, que les lleven votos y aseguren cargos; buscar lo máximo será en personajes que sean líderes locales o regionales, alguno que otro empresario…
Se trata pues, ya sea para la Oposición o para Morena, que un candidato le sume a los otros candidatos y viceversa, y que ninguno sea lastre que tenga que arrastrar el que vaya por la presidencia municipal, por citar un ejemplo… el Efecto AMLO ya lo pagamos caro en muchas figuras que en la mayor parte de los casos, sólo funcionan como levantadedos, ¡ojo! porque éstos no nacieron con Morena… se crían en cada Gobierno en el poder.
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