En el régimen soviético el Partido era el Pueblo y el Pueblo era el Partido. Y no era solo semántica; pertenecer al Partido representaba garantía de progreso y protección. En Rusia, por robarte un par de kopeks podías ir años a prisión… pero si eras del Partido a lo más te expulsaban. La ideología Stalinista parece extrapolarse a México donde ser parte del “Partido” también es sinónimo de impunidad. Ahora que en el PRI están haciendo limpieza y que quieren expulsar a los malos miembros, hay muchos que se defienden y se afanan por permanecer y otros que ni se inmutan. Los que pretenden continuar buscan, en su mayoría, el manto protector… y a los que no les importa es porque el Partido ya no les sirve. Fernando Benítez Obeso, Secretario de Salud, dice “No me pueden expulsar de un partido al que nunca me he afiliado”. ¡Ya nadie es priísta ni pretendió serlo! Juan Carlos Rodríguez García también fue expulsado del PRI y alegó que tampoco era priísta. El notario Daniel Cordero también fue expulsado, ahora alega no ser priista y encima quiere una reparación por daño moral de 6 millones de pesos. ¡Acabáramos! A este paso, si el PRI hace un censo minucioso y profesional, podemos despertarnos con la noticia de que hasta Enrique Ochoa Reza en algún momento de su vida, haya negado ser priísta (esto último con un alto tono sarcástico). |