Y para no contarles todo, de Yunes Linares dice que cuando ascendió al poder se rodeó de subordinados que acataban sin discusión sus órdenes, pero hubo otros que lo siguieron desde décadas atrás y que ‘decidieron por sí y ante sí retirarse a tiempo… No soportaron su autoritarismo y arrogancia’.
En el ocaso de su carrera política, se va con menos amigos de los que tenía al asumir el cargo. ¡Muerto el rey, viva el rey!
Y remata así su columna: ¡Adiós, Miguel! ¡Bienvenido, Cuitláhuac!
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