Ayer fue un día, por decirlo así, feliz para el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, pues por un lado desactivó la creciente presión de apologistas empresariales que adelantaban demandas y amparos por la terminación anticipada de contratos en la construcción del aeropuerto de Texcoco y por otro, el empate técnico que se dio entre articulistas y líderes de opinión con respecto a la portada de Proceso.
Sí hubo muchos que fustigaron al presidente electo de intolerante y aprendiz de dictador, pero también hubo muchos que lo vieron como nuevas oportunidades para el ejercicio de la libertad de expresión.
Proceso publicó, la esposa de AMLO contestó y el presidente electo atizó el debate sobre la libertad de expresión… y todo volvió a la normalidad.
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