Conseguí patrocinadores altruistas que nos cooperaron con material para construcción y otras veces, cuando era urgente, sin ningún dolor en mi corazón, le metía de mi propia bolsa. La mano de obra no costó dinero. Costó, eso sí, un buen de sudor y kilos, porque le echamos montón en los Tekios con Tokio.
Lo inauguramos en el 2024, cuando todavía era yo Diputado, y desde entonces muchas horas de deporte y convivencia sana se han vivido en su cancha de usos múltiples.
En un acto sumamente generoso, que mi familia y yo valoramos muchísimo, la gente tuvo el espontáneo gesto de ponerle el nombre de mi hermanito fallecido, “Alejandro Gómez Cazarín”.
Bueno, pues les cuento todo esto para platicarles cómo me fue el domingo: me fue de lujo.
La neta es que ahora no fui a chambear. Caí sin avisar nomás para saludar a la banda y aprovechando que estaban jugando un partido de beisbol me senté en las gradas a verlo.
Poco a poco se dieron cuenta de que estaba ahí y algunas gentes se acercaron para saludarme y para que nos tomáramos una foto. Me expresaron sus buenos deseos y me recomendaron que no dejarla de echarle ganas al trabajo. Al final, fueron muchas personas las que me expresaron mensajes de afecto y aliento.
Aquí es donde me pregunto ¿qué daño me han causado las grillas y las calumnias de odiadoras y odiadores que escupen veneno contra mí? La respuesta es nada. Gracias a Dios, gracias a la gente y gracias a que me dedico a chambear sin dañar a nadie, no me han hecho nada. Gracias, Cerro Amarillo. |