Visto objetivamente el asunto, la disyuntiva se plantea entre dos vocablos que tienen distintos significados para la ciudadanía y que concretan sus aspiraciones de seguir en el mismo camino o por el contrario escoger otro rumbo. El primero se logra a través de la continuidad y el segundo mediante la alternancia. La continuidad del candidato oficial es más una conservación automática de privilegios, que hoy en el presidente saliente, registra un alto índice de desaprobación ciudadana.
Por el contrario, la alternancia en política presupone el acceso al poder de fuerzas sociales diferentes a las que vienen gobernando, las cuales pretenden introducir cambios en las administraciones públicas que no son del agrado de los electores. La experiencia habla que las dos alternancias que abarcan del año 2000 al 2012, fueron sólo de partido político y que dejó intactas las formas y cimientos del régimen, que hoy parece estar en agonía. En ese sentido, algunos de los candidatos provocarían una verdadera alternancia.
En el escenario actual en que se desenvuelven las campañas políticas, se advierten en los tres principales contendientes, enfoques diferentes sobre el presente y el porvenir de la nación. Las propuestas que los candidatos independientes vienen haciendo, han sido de escasa penetración en la ciudadanía, lo que tal vez motivó a Margarita Zavala a salirse de la contienda, dejando solo a Jaime Rodríguez.
Se han considerado estas candidaturas independientes como desiguales e inequitativas con respecto a los candidatos partidistas y la asignación limitada de recursos, lo que está perfilando el fracaso de este experimento, lo cual conducirá finalmente a derruir la confianza en el frágil sistema electoral mexicano.
Cada uno de los candidatos de los partidos políticos en pugna, representan posturas que tienen que ver con el dilema que el pueblo tendrá que resolver el día de la elección, que no es otro, que el de ser o no ser, es decir, ser partidario del continuismo o por el contrario del cambio y la alternancia política.
El pueblo al tener conocimiento de las propuestas de los contendientes en pugna, se manifiesta escéptico, porque ha aprendido a no creer en las promesas de los políticos y menos aún de los candidatos, ya que sabe muy bien que en esta materia “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”, pues éstas carecen de significado si no van secundadas por las obras que las respalden y las hagan creíbles. Los electores tienen presente que las promesas que se les han hecho de aprobar reformas energéticas, se han visto frustradas por el aumento de precios de los combustibles que a continuación siguieron; que los precios de los alimentos en lugar de bajar, como se les había ofrecido, se han elevado a tal grado que cada día les es más difícil el poder subsistir en condiciones decorosas y que los salarios que perciben se achican cada vez más por la constante inflación de precios que padecemos.
Del análisis de algunas de sus principales propuestas, se infiere que existen algunas coincidencias y variadas divergencias, muchas de las cuales pueden ser consideradas como expresión de continuidad y otras por el contrario, como manifestaciones de cambio y alternancia en el ejercicio del poder político en nuestro país.
Seguramente, los electores se preguntarán qué partidos representan la continuidad en las políticas públicas y tal vez la mayoría coincida en que José Antonio Meade, se ajusta más a las tendencias de continuidad política al ser postulado por el partido en el poder, el Partido Verde y el Partido Nueva Alianza, así como por los miembros del gobierno al que ha pertenecido últimamente.
Por el contrario, el imaginario colectivo parece coincidir en que los candidatos que desean un cambio en las políticas públicas, y la alternancia en el poder son, fundamentalmente Andrés Manuel López Obrador, postulado por el partido MORENA, el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social y Ricardo Anaya Cortés representante de la Coalición por México al Frente, integrada por el PAN, lo que queda del PRD y el Movimiento Ciudadano, aunque los matices y orientación de los cambios que ambos proponen van por rutas diferentes.
Corresponderá a los electores resolver el dilema que esta elección les plantea, siendo por una parte, la de votar por los representantes que parecen favorecer la continuidad, los cuales se enfrentan a una elección muy difícil para ellos por el gran hartazgo que se ha producido en la población y el desprestigio de los partidos que los apoyan por políticas gubernamentales erróneas, apartadas de los intereses de las mayorías y prácticas corruptas consentidas.
Por otra parte, los miembros del cuerpo electoral tendrán la oportunidad de votar por los candidatos partidarios de la alternancia y el cambio, con el propósito de darle a la nación un nuevo rumbo, que erradique las patologías políticas que atribuyen a los últimos regímenes de gobierno y devuelvan a los ciudadanos la fe en la política y los políticos, que están en su más bajo nivel.
Como en toda democracia al pueblo y sólo al pueblo, le corresponderá elegir a los nuevos gobernantes, los cuales deberán trabajar intensamente para acortar la dramática brecha existente entre la sociedad civil y el gobierno.
¡Gracias por compartir!
*Doctor en Derecho, autor de libros de Derecho Electoral y de Derecho Parlamentario, Profesor-Investigador Emérito de El Colegio de Veracruz.
**Doctor en Ciencia Política por El Colegio de Veracruz, Internacionalista por la Universidad Iberoamericana y articulista en publicaciones nacionales. |