Después del sector educativo, el de salud ha sido quizá el que mayor saqueo ha sufrido en las últimas dos décadas. Son las áreas a las que se aplica mayor presupuesto y los controles para su justa aplicación no son todo lo rigurosos que deberían ser.
El actual gobierno estatal ha externado su preocupación por las condiciones en las que operan los centros de salud pública y ha destinado importantes recursos para tratar de corregir lo que descompusieron pasadas administraciones.
El problema es que, mientras el discurso es de enorme compromiso y sensibilidad, los hechos muestran todo lo contrario, y hay dos casos en los que ha quedado demostrado que no hay compromiso ni empatía con la salud de los veracruzanos: el crecimiento exponencial de casos de dengue y el recurrente deficit en la dotación de medicamentos para pacientes de cáncer.
Justo este último tema fue el que provocó que decenas de padres de familia salieran a las calles a reclamarle al gobierno la dotación de los medicamentos que mantienen con vida a sus hijos.
El secretario de Salud del gobierno estatal, Roberto Ramos Alor, no dio la cara. Los quejosos fueron atendidos por el secretario de Gobierno, Éric Cisneros Burgos, quien admitió que desde hace seis meses fueron informados sobre el desabasto de medicamentos oncológicos.
Éric Cisneros se comprometió a dotarlos de una pequeña cantidad de dosis de medicamentos para quimioterapias “el próximo viernes”, pues argumentó que los cargamentos con medicinas están atorados en Brasil.
Negligencia, incapacidad, falta de experiencia en administración de la salud pública… o corrupción.
Algo grave está pasando en el sector salud y es necesario que Cuitláhuac García le dé solución.
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