El 1 de agosto del año pasado, en una serie de entrevistas exclusivas que sostuve con Javier Duarte, (y que publiqué en esta misma columna), detalló su sentir sobre quien fuera su tesorero:
“Tarek es producto de esta persecución política, de la cual hemos sido víctimas mi familia, mis ex colaboradores y un servidor. Lo amedrentaron, de tal suerte que lo orillaron a declarar lo que declaró por temor. Es padre de familia, evidentemente tiene miedo de que algo le pase, y por eso es capaz de declarar lo que sea”.
“Lamentablemente él mismo cayó en una trampa de la cual veo difícil pueda salir, porque ahora tendrá que demostrar mentiras o situaciones que no se dieron. Y lo que pasa actualmente es que no se atreve ni siquiera a dar la cara, ni a presentarse, y eso le puede ocasionar una consecuencia peor de la que él trataba de evitarse”.
Por ello resulta lógico que Karime Macías denunciara, como se dio a conocer hace algunos días, a Tarek Abdalá por presunta falsedad en declaraciones judiciales, señalando que la perjudican a ella, a su ex esposo, y a quienes fueron sus colaboradores.
Ese mismo 1 de agosto, Duarte me habló sobre el apoyo que había dado a Abdalá Saad:
“A Tarek lo conozco desde jovencito, yo fui quien le dio la oportunidad de incursionar en la administración pública. Lo fui llevando. Le di mi confianza. Después lo apoyé para ser legislador federal, inclusive negocié con Fidel Herrera, porque él quería que su hijo, Javier, fuera candidato por la Cuenca del Papaloapan”.
Hoy, con un panorama totalmente distinto, la historia entre Duarte, Macías y Tarek continúa construyéndose. De hecho, en los últimos intercambios que sostuve con el actual testigo protegido de la Fiscalía, el año pasado, me comentó que en su momento también se expresaría públicamente.
Veremos pues, qué nuevo capítulo se escribe.
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