Criar a un hijo con un “buen entorno” en España puede costar entre 7.600 y 22.000 dólares al año según la UNESCO. El equivalente a un piso céntrico en cualquier ciudad del país, una vez alcanzada la mayoría de edad. Con el tiempo en los autodenominados “países del primer mundo” ser padre o no, ha pasado a depender de una cuestión económica.
Aquella sociedad idealizada por Ebenezer Howard organizada en torno al jardín de infancia, la biblioteca y demás dotaciones sociales queda cada vez más lejos. Si la costumbre amortigua la sensibilidad, en España pocos deben extrañarse al saber que cierran más escuelas por falta de niños que por falta de dinero. Bufalí, Cartajima y La Pernía son sólo algunos de los pueblos que ofrecieron casa gratis y trabajo a distintas familias para conseguir los suficientes niños y poder conservar sus colegios.
Al igual que el escritor Richard Ford hay quien piensa: “¿por qué iba a querer que me molestasen?”. Porque hay quien asocia tener un hijo a un sinfín de preocupaciones, dolores de cabeza y horas sin dormir. Pero, a sabiendas de los pros y los contras, también hay personas que quieren saber lo que se siente al ser padre y a pesar de querer no pueden “permitirse” tener un hijo.
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