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EL JUEGO DE LA HABITACIÓN DEL HORROR

De la columna "Prosa aprisa"

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Arturo Reyes Isidoro
2017-05-24  
15:31

¡Chin! Seguramente para quienes quisieran que a Javier Duarte se le olvidaran las cosas o que lo declararan que no está bien de sus facultades mentales, debió haberles caído ayer como balde de agua fría sobre sus cabezas la noticia de que un juez guatemalteco aclaró ante representantes de los medios que siguen su caso que no, que el exgobernador de Veracruz está completamente cuerdo, que no sufre ningún trastorno mental.


Es indudable que Duarte sabe mucho, tanto de políticos y diversos actores de la vida pública de Veracruz como del altiplano, y en el momento en que se decidiera a hablar, a revelar todo lo que sabe de ellos, acabaría con muchas carreras políticas, acaso cimbraría –éste sí, de a deveras, no defraudaría al respetable– al sistema político mexicano y ya ni se diga que acabaría hasta con muchos matrimonios por tanta información off the record que debe tener de muchos.


Gina se equivocó. Miguel Ángel no es el único que tiene su “juego de la habitación del pánico”, ese juego que consiste, según explicó ella antes de caer en el tambo, en “que nadie duerma tranquilo, ni siquiera puedan conciliarlo aquellos que nada tuvieron que ver con los grandes negocios que se hicieron al amparo del poder”. Indudablemente, Gina hizo menos a su gordo exjefe, tal vez porque está en desgracia ahora, pero su juego puede ser tan valioso e interesante, acaso hasta más que el de Yunes Linares.


Duarte, aún preso, no debe dejar conciliar el sueño a destacados políticos del altiplano, a todos los que formaron su círculo cercano en Veracruz, a diputados, a presidentes municipales, a empresarios, a periodistas, a tantos y tantos a los que convidó y aceptaron participar en el festín del enriquecimiento ilícito hasta sumir en la peor crisis económica que haya vivido Veracruz. Si Miguel tiene su “juego de la habitación del pánico”, según Gina, el de Duarte se debe llamar “juego de la habitación del horror”… para muchos.


¡Cuánto se alegrarían los que ahora no concilian el sueño si se dijera que Javier está mal de sus facultades, o que no se acuerda de nada, porque entonces si hablara dirían que no sabe lo que dice porque le falla el coquito. Pero no. El juez guatemalteco Carlos Guerra, según una información que dio a conocer ayer por la tarde en su portal SDPnoticias.com, está en sus cabales, e incluso ordenó al director del Centro de Detención del Cuartel Militar de Matamoros que garantice su integridad física y su vida.


Mientras viva, Duarte será un peligro para muchos. Incluso a ver si no alguna influencia como la que tenía Gina con él le sugiere que escriba sus memorias y deja por escrito su vida y obra, grandes pecados políticos y económicos incluidos, y quiénes participaron con él en ellos, o a quiénes salpicó, con nombres, apellidos y apodos, que para él sería como un acto de venganza contra quienes habiendo sido beneficiados por él ahora lo desconocen o hasta se han cebado con su persona. No está por demás decir que, sin duda, entre el mundillo político mexicano, sería un gran éxito de ventas. Editores que quieran publicarlo van a sobrar.


Duarte, pues, sigue siendo noticia y le sigue quitando el sueño a muchos.

 
 
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