De pronto… lo impensable. Peña Nieto en calidad de superstar, se baja del estrado y recorre la explanada. Dura más su encuentro con los asistentes al evento que la propia Jura de Bandera. Los familiares de los cadetes agradecen y los jóvenes de la Naval reciben el calor del jefe máximo de las fuerzas armadas.
La expectación motiva cuchicheos. ¿Se tomará una foto con nosotros? Se preguntan los delegados federales de Veracruz que en un momento y sin que nadie se diera cuenta, de las 4 filas que ocupaban, se arremolinan en la primera, esperando el favor de una selfie.
¡Cuánta experiencia y batalla demuestran Anilú y Elízabeth! De aquí no me muevo, debió pensar cada una, Quiero mi foto. Pero si el paseíllo torero de Peña Nieto fue impensable lo siguiente resulta aún más increíble. El Delegado de Gobernación, Ángel Isaac Ochoa, un hombre bastante fornido, jala de un brazo y levanta en vilo al Presidente para subirlo al templete. El Estado Mayor se alarma y un delgado Presidente suelta la broma: por poco me arrancas el brazo. Seguramente Isaac suda frío, ¿Y si en verdad se lo hubiera arrancado?
Pero Peña Nieto está de buen humor. Se planta en el templete y abraza de un lado a Anilú Ingram y del otro a Elízabeth Morales. El Delegado de Gobernación, hábilmente, así las colocó.
Ese evento fue hace poco más de dos meses, en abril. Hoy, le pregunto a las dos por separado, a Anilú y a Elízabeth si fueron las únicas en todo Antón Lizardo que no vieron un mensaje político en esa foto. La respuesta es idéntica: que están trabajando en favor de Veracruz.
Tal vez el calor obnubiló sus vistas… porque yo, yo vi algo distinto.
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