Lo anterior va en el mismo sentido de sus más recientes lamentables declaraciones: deslindarse de una responsabilidad que sí tiene como alcalde de la capital de Veracruz.
Señor alcalde: culpar a otros de los problemas de Xalapa es la salida más fácil para cualquier situación. Dice la sabiduría popular: “Desde que se inventaron las pretextos, se acabaron los pendejos”.
El problema, señor alcalde, es que mientras usted atribuye los problemas a cuestiones políticas, miles de ciudadanos son los que padecen de los problemas reales. Al trabajador, al estudiante, al comerciante, al empresario, al empleado, al maestro, etc., no le interesa si usted tiene una disputa con miembros de su partido, o de otro. Le interesa saber quién le va a mantener el cuidado de sus calles, quien estará al pendiente del alumbrado público, que la basura pase a tiempo para ser recogida. Es decir, el ciudadano, el que votó por usted de manera masiva (y eso que casi no hizo campaña), exige que se le tengan resueltos los servicios municipales básicos.
Es claro que usted tiene una confrontación con el gobernador del estado, pero eso no debe ser pretexto para entonces no arreglar las calles o limpiar la ciudad.
No se duda que usted sea quizás un gran académico, un gran sociólogo, historiador, intelectual sabihondo, pero con toda esa gran sapiencia no se ha dado cuenta de que carece de algo esencial: sentido común.
Si usted no estaba preparado para enfrentar a esto que mal se llama “política” en México (incluido lidiar con la fauna que tiene sus propios intereses) desde un principio pudo usted haberse rodeado de gente con experiencia, sumar a personas o aliados que le hubiesen podido aconsejar, de entrada, que no sea tan soberbio.
Pero no, se rodeó de gente que lo mal aconseja, lo mal asesora; por ende, comete errores innecesarios. A lo mejor hasta involuntarios.
Por ejemplo, cada que pasa usted por los portales que van hacia su oficina, ni siquiera se detiene a saludar a los comensales de los cafés, ni para detenerse a platicar con sus gobernados. Quizás lo hace por timidez, pero --usted disculpe la palabrota-- lo hacen ver como un mamón. Un “buenos días, ¿cómo están?” no le quita mucho tiempo.
Tampoco es mucho pedir (es recomendación de algunos de la flota periodística; yo ni siquiera me paro por el Ayuntamiento) que por cortesía pusieran café en la sala donde convoca a sus conferencias de prensa, especialmente porque usted luego llega retrasado a sus propios eventos. Son pequeños detalles, pero hablarían un poco mejor de su administración.
El problema es que se ha rodeado de gente soberbia, que atribuyen todo a ataques políticos y es por eso que cada vez se va encerrando más en ese mundito pequeñito (le pasó a Elízabeth Morales) donde creen que todo está bien porque tiene gente que le aplaude sus ocurrencias. El caso más claro ha sido el de su jefe de Prensa, Guillermo Manzano, a quien --por sentido común-- no hubiese nombrado si supiera que tiene a toda la Prensa en contra porque no los baja de “vendidos”.
Otro ejemplo, ¿quién le dijo que era buena idea contratar como Tesorera del Ayuntamiento a la ex secretaria de Finanzas de quien usted señala como su enemigo político número uno? ¿De veras, por sentido común, nadie le aconsejó que sería una reverenda estupidez? Algo así le pasó a Duarte cuando pensó que tenía en el bolsillo de Enrique Ampudia, ex secretario particular del hoy gobernador: tenía al enemigo en casa y sólo él (y sus catadores de gases) creían que era una buena idea.
Don Hipólito: perdóneme que se lo diga (no me interesa andar de lamesuelas como sus amigos que lo mal aconsejan) pero su actitud también raya en el valemadrismo y eso da la impresión de que usted ya no quiere ser alcalde… A lo mejor ya le prometieron un cargo en el Gobierno Estatal o Federal entrante y es por eso que los problemas del municipio ya no le son interesantes… De cualquier manera, usted todavía sigue siendo alcalde y sigue siendo el responsable por lo que ocurre en el municipio.
Tenga tantita humildad. No le cuesta. Hoy la lección, por ejemplo, la dio el senador Ricardo Ahued Bardahuil, quien también ha sido uno de los mejores alcalde que ha tenido Xalapa. Palabras más, palabras menos, aceptó de manera humilde los reclamos: “Me duele mucho, me lastima lo que esta pasando en nuestra querida ciudad de Xalapa; Nuestra gente no lo merece. Acuso recibo de todos los reclamos con respecto a la administración pública municipal que me han hecho llegar en estos días. Lo anterior lo expreso con todo respeto y humildad y asumo con plena responsabilidad los reclamos airados en mi contra por ser parte del mismo proyecto”, dijo el senador, por si no lo vio.
Es de sabios reconocer errores y pedir ayuda. Si usted piensa que el gobernador aprovecha la circunstancia para querer llevar agua a su molino diciendo que le extiende la mano para apoyarle, tómele la palabra, no lo dude. El problema de la basura, entre otros, se tiene que resolver por encima de intereses partidistas.
Se supo que esta tarde tuvo una reunión en el aeropuerto con el gobernador. Esperemos que lo que se haya acordado sea por el bien de Xalapa… ¡Total! El otro ya se va a la gaver en dos meses y ya no lo estará padeciendo; por el contrario, tendrá a un gobernador amigo y de su mismo partido. En este caso, debe ser pragmático.
Don Hipólito, aunque no le costó mucho llegar al cargo, ya está en él y está a tiempo de cambiar el rumbo. Recuerde: sume, no divida; humildad, no soberbia, alcalde… La soberbia siempre es mala consejera: es un consejo común entre políticos…
¡Póngase… pos eso con V, pues!
@pablojair |