Un ejemplo en la aldea lo tuvo en su momento Miguel Ángel Yunes Linares con su alianza PAN-PRD; una combinación mortal de necesidad que aplastó al PRI y a sus aliados, que los hizo polvo con todo y que Javier Duarte de Ochoa presumiera no haber perdido una sola elección en su vida y pese a todo el dinero del gobierno a su disposición.
Pero Yunes Linares no entendió el mensaje del pueblo harto que le dio el voto para destronar al PRI y al empecinado en ser candidato a la gubernatura Héctor Yunes Landa, al que pocos desde la cúpula del poder apoyaban y menos Javier Duarte.
Yunes no entendió en mensaje. Ya como Gobierno tuvo dos años para hacer campaña, para dejar que la Fiscalía y el Fiscal hicieran su parte con libertad, para dejar que el ORFIS hiciera la suya y él dedicarse a lo que hoy hace Andrés Manuel López Obrador: ser popular.
En lugar de eso, Yunes Linares se dedicó a borrar a los brazos ejecutores que tuvo a su disposición mientras jugaba a ser Eliot Ness; se peleó con los burócratas como si ellos fueran una extensión de Javier Duarte; se distanció y aplastó a los medios de comunicación locales; insultó empresarios y no les pagó un quinto; invitó a líderes regionales priistas para que jugaran en su equipo pero no con buenas ni amistosas prácticas. En fin, privilegió la fuerza y el látigo en lugar del guante de seda. De la aglutinación de las fuerzas viró al pleito con la masa amorfa que vota.
AMLO y Morena parece que sí lo entendieron. Prohíben mediante la Ley que los partidos políticos usen la entrega de dádivas al pueblo, so pena de cometer delitos electorales, pero MORENA ya no tiene necesidad de hacerlo, ahora lo sistematizó, copa con favores no solo a los votantes que ya se van sino a los que vienen, a padres, hijos y abuelos, a los que trabajan y no trabajan, a los que estudian y no estudian, alienta la formación de nuevos sindicatos y con su propia gente sustituye las centrales obreras de antaño que operaban como fábricas de votos de la ‘dictadura perfecta’.
Los gobiernos y políticos anteriores producían dinero, AMLO está produciendo votos. Un discurso que diariamente suma votos. Un discurso que a los instruidos y educados no gusta pero que al vulgo, al pueblo, lo hace vibrar hasta el delirio.
Y todo eso junto, como un Plan Maestro de conservar el poder por muchos, pero muchos años, es lo que los obnubilados ojos de los que hasta el primero de julio pasado mandaban parecen no ver.
La mayoría de los opositores de AMLO centran sus ojos y baterías en contra de lo que este no hace como ellos. Le llevan la cuenta de cada vez que se equivoca, cada vez que dice incongruencias, critican sus conferencias de prensa mañaneras, sus medidas contra los exfuncionarios públicos que hoy trabajan para las empresas que sus propias políticas públicas beneficiaron, se quejan de que quiera hacer obras no rentables como las refinerías, el Tren Maya o la no continuidad del Aeropuerto de Peña Nieto y la cúpula del poder.
Pero ojo, López Obrador no está haciendo dinero, está sembrando votos.
Que muchos gobernantes MORENOS (estatales o municipales) están gobernando mal, nadie lo duda, muchos de ellos son pésimos, sin ningún ápice de realismo, prontitud o eficacia; pero señores, para repartir dinero a manos llenas no hace falta haber estudiado en Harvard.
El Plan está hecho y hay muchos ilusos que esperan ver caer al gigante en las elecciones intermedias, pero ignoran que en MORENA ya piensan no en 6, 12 o 18 años… están planeando a 40 años.
Ya veremos en las próximas elecciones intermedias y en los estados cómo le va al PRI, al PAN, al PRD, al Verde y al chiquitaje, quienes le apuestan a los malos gobiernos estatales o municipales de MORENA. Sin embargo, al canto solo una pregunta: ¿En qué influyeron en la votación del pasado primero de julio los malos gobiernos de los alcaldes de Xalapa, Minatitlán o Coatzacoalcos?
Se los dejo de tarea.
@frlicona |