En el Formato Bingen el Ejecutivo tendría hasta 40 minutos para dar su informe ante el pleno, luego se abriría una ronda de preguntas por cada grupo legislativo y diputados que no conformen ningún grupo, contando hasta con diez minutos cada uno para hacer sus cuestionamientos. Posteriormente, el Gobernador tendría 15 minutos para dar respuesta a cada cuestionamiento.
Es claro que esta comparecencia no pasaría de una discusión bizantina de posturas partidistas en la que el objetivo sería denostar, por decir lo menos, la figura del gobernador ante el electorado y no la de escuchar el cumplimiento de planes, programas y proyectos que le fueron autorizados para cumplir y alcanzar los estadios de desarrollo a que se comprometió en el Plan de Desarrollo.
La iniciativa se oye muy bien, pero a Bingen le faltó decir que así se perderían horas y horas de trabajo que dispone el reglamento actual para escuchar tema por tema, área por área el cumplimiento de metas y objetivos de viva voz de quienes tienen a su cargo la aplicación de las Leyes de ingresos y egresos.
Se le podría creer a Bingen si su iniciativa hubiera sido enfocada a mejorar las anquilosadas y obsoletas y aburridas comparecencias de los titulares de despacho, en las que abundan las preguntas sin respuesta.
Así, que en definitiva, a la iniciativa ‘Bingen’ no se le ve futuro por ser de sumo tramposa.
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