En su conferencia mañanera de hoy, el presidente López Obrador ante insistentes preguntas de los reporteros apuntó que el pensamiento de alejarse de la política se le cruzó por la cabeza luego de que sus oponentes lo acusaban de una supuesta necedad de ocupar cargos públicos
“Y hasta lo pensé porque me tocaron mi orgullo. Porque no lucho por cargos, por puestos; luchaba por ideales y por principios, por llevar a cabo esta transformación y hasta pensé en decir, tengo hasta el borrador ahí guardado: Intenté cambiar al país, y no pude, no quiso la gente”.
“Estuve a punto de hacerlo en el 2012 porque me molestaba mucho, me dolía que pensaran que yo era un ambicioso vulgar. Y lo medité, lo pensé y dije: ‘no, todavía hacemos falta y vamos a dar el último jalón’, me quedé y siento que estamos ayudando al país”, argumentó.
Y es que pareciera que no, pero la constante lucha diaria contra molinos de viento cansa, agobia, le pagan al orgullo del más pintado, sobre todo cuando a pesar de todos los esfuerzos más físicos que inteligentes el presidente se ve acosado por todos aquellos que con el desarrollo del país veían su vida resuelta.
En la teoría del Psicoanálisis freudiano se entiende por proyección el mecanismo de defensa en el que impulsos, sentimientos y deseos propios se atribuyen a otro objeto, persona, fenómeno o cosa externa. El proyectarse implica algo más que recuerdos y sentimientos, significa que el tema está latente en el Presidente.
Y, cuidado, pues cuando el río suena es que agua lleva.
Así que bien harían los MORENOS que hoy ocupan cargos en los diferentes niveles de gobierno sin dar resultados. El sueño se les podría convertir en pesadilla, tal y como les llegó.
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