Así, se llegó el relevo de la Presidencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, cuyo presidente optó por no buscar la reelección al cargo, se dice, después de recibir un mensaje de importante oficina de Palacio Nacional. La terna venía con “chanfle” ya que en la misma se incluía a una mujer que días antes había hablado ante el Senado de la República en ocasión de la entrega de la medalla Belisario Domínguez a su madre: Rosario Piedra Ibarra.
Propuesta controversial y una elección que la oposición acusó amañada y fraudulenta. La propia toma de protesta de la Maestra Piedra fue accidentada y entre gritos y sombrerazos.
Consumada la designación, al poco tiempo empezaron a hacerse sentir diversas inconformidades, primero al interior de la propia Comisión y con posterioridad en diversas ONG's y asociaciones que acusaban el silencio de la ombudsperson, así como sus posiciones más cercanas a las del gobierno que a las de las presuntas víctimas. Asimismo, se señalaba la cerrazón a atender a diversos grupos y cerrarse a los “de casa”.
Esta actitud, sin contar los polémicos nombramientos realizados, así como la intención de desmantelar a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, generó el caldo de cultivo para la toma violenta de la sede de la CNDH en el centro de la CDMx.
La tibia (por no decir nula) reacción de los visitadores de la Comisión o de la propia Piedra Ibarra, ha sido muy desafortunada la respuesta del presidente López Obrador, que una vez más se ha visto insensible y hasta ofensivo con este tipo de movimientos.
No me parece, como muchos acusan, que sea una actitud machista del titular de ejecutivo federal o que esté perdiendo el olfato político. Es más bien una animadversación a cualquier movimiento que no sea auspiciado o encabezado por él o alguien de su grupo.
El costo político de las imágenes televisivas de la toma de la CNDH, la exhibición de las viandas encontradas en la cocina, la inacción de los directivos de la Comisión, de la SEGOB y el señalamiento presidencial de “conservadores” “porfiristas”, está por cuantificarse. Contrario a lo que le “tarjetean” al Presidente, esta es una protesta social transversal, no es exclusivamente de “fifís” y el austericidio que se comete con el fondo de ayuda para las víctimas y la ausencia de una real interlocución con estos grupos (hasta el radical colectivo feminista “Ni una más”) ha generado el hartazgo que parecen padecer las ocupantes quienes parece no tener nada que perder.
Flaco favor le hacen al presidente diversos actores políticos pro gubernamentales, atacando esta protesta y el plantón en el vestíbulo de la CEAV, desnudan lo que parece ser un rostro hasta ahora desconocido de la autodenominada “4T”: la intolerancia a las protestas ciudadanas (que no pueden controlar).
En este ambiente enrarecido, lo que parece más prudente es la renovación de la CNDH antes de que los ánimos se enciendan más. Ojalá alguien sensato ayude al presidente a resolver este asunto.
Lo anterior es una perla de Rogelio Barrios, colaborador especial de Política al Día para temas nacionales. |