Al parecer solo la alcaldía del Puerto de Veracruz la obtuvo Julen por sus propios esfuerzos.
Otro evento de ese tipo se dio siendo Miguel Ángel gobernador de Veracruz, le pagó agravios políticos a Julen Rementería con el cargo de Secretario de la SIOP y posteriormente le cumplió al negociar para él la candidatura al Senado de la República, pero en plena campaña lo dejó solo y se concentró en tratar de sacar infructuosamente la elección de su hijo Miguel Ángel.
Pero no solo Miguel Ángel abandonó a su suerte la elección de Julen sino también la de su aliada del PRD Jazmín de los Ángeles Copete, su compañera de fórmula quién ante la lejanía y el abandono de Palacio se concentró a trabajar en la zona de los Tuxtlas donde buscó hacer rendir al máximo sus escasos recursos económicos. Julen ganó casi rayando el alambre pues su campaña no cuajó como debía de ser para quienes en ese momento tenían el poder.
En sí, Julen Rementería llegó al Senado gracias a lo bondadoso de la Ley Electoral, pues de plano fue barrido en la elección por Rocío Nahle y Ricardo Ahued. Y al parecer, la jetatura política que ha ejercido Miguel Ángel Yunes Linares hacia Julen Rementería se extiende hacia los herederos, puesto que en el Puerto jarocho, es obvio que su hijo Fernando le cerrará el paso con todo a Bingen, el hijo de Julen, a pesar de que por todos los sentidos sea mejor candidato que cualquiera de las cartas de Fernando para sucederlo en el cargo y para cualquiera de las diputaciones que habrá en juego en el 2021.
Y mire si no, Bingen ha ganado la elección del 2016 y la del 2018, y la reelección como diputado local lo que no es tan fácil, además de poseer el récord de ser el candidato más votado. El joven trae jiribilla en la bola. De hecho él hubiera sido el candidato para la alcaldía de Boca del Río pero ahí también la mano negra de los Yunes del Estero metió su cuchara y la decisión del PAN se inclinó hacia Morelli. Es decir, también Bingen ha sentido la bota de los Yunes en el cuello.
Fernando Yunes Márquez le teme a Bingen Rementería. ¡Claro que sí y lo demuestra!
Estamos de nuevo frente a un nuevo caso político en el que quizá a Bingen le toque pagar los platos rotos generacionales. ¿O será él quien se cobre las viejas afrentas de los Yunes del Estereo?
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