En un hilo de Twitter, Iván —que vive en Bilbao— contó la tierna y muuuy angustiante historia de cómo la pequeña cebra de peluche, viejita y sucia pero muy querida, se perdió en casa y la preocupación por enfrentar la situación.
The Cebrit es el “objeto de apego” de la pequeña, ella lo necesita para dormir y sus papás para estar tranquilas.
Iván cuenta que ni su esposa ni él saben de dónde salió el peluche, simplemente un día apareció entre los brazos de la pequeña y desde entonces es El Juguete.
¿Que tiene muñecos nuevos? The Cebrit es el mejor. ¿Que hay juguetes más pachones y suaves? Ninguno como The Cebrit.
Sin la cebra su casa se convierte en el Valle de los Lamentos: gritos, llanto, desesperación.
Ayer, The Cebrit desapareció… justo el día en que la abuela materna de la pequeña decidió hacer limpieza general: donar algunos libros, tirar algunas cosas, reciclar otras. Y la cebra… ¡desaparecida!
La tensión se hizo palpable. La tensión podía cortarse con un cuchillo. Hasta la pequeña se dio cuenta aunque el nombre del peluche no se decía (todo ese día fue rebautizada como La Innombrable).
Buscaron por TODOS lados: camas, libreros, cocina, botes de basura, lavadora, refrigerador. Por-Todos-Lados.
Y nada. La cebra sin aparecer.
Llegó la hora de dormir. Los papás, con cara de angustia, intentaron razonar con una pequeñita: The Cebrit se fue de vacaciones.
Pero las vacaciones no existen en el vocabulario del apego, ¿o sí? Y de inmediato los lagrimones gordos en la carita de la niña y la premonición de una noche laaarga y dura para todas en casa.
¿Recuerdan las reglas de desaparición de The Cebrit? Pues resulta que al sacar la pijama de la pequeña y darle la vuelta, atorada en una manga, ahí estaba.
Y después de horas de angustia, una casa vuelta patas arriba y una niña durmió con su peluche favorito y los papás pudieron tomar un vino para descansar.
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