Nunca antes lo habían visto tan inseguro sobre quién habría de sucederlo, pero es una realidad que en este momento, según fuentes en Palacio Nacional, el Presidente ha descartado tanto a su Jefa de Gobierno como al Canciller. Y no es por falta de méritos, sino que simple y sencillamente teme perder con cualquiera de los dos.
Muchos han dicho que el más perjudicado con la tragedia del metro fue Marcelo Ebrard; otros piensan lo contrario. Varios se decantaron argumentando que Claudia Sheinbaum se había fortalecido rumbo al 2024, y que de ahora en adelante, miraría hacia atrás al resto de sus compañeros; tampoco es así. Lo cierto es que para AMLO, en este momento, los dos están fuera de la jugada.
Y es así porque semana a semana el tabasqueño da “golpes de timón” con miras hacia la elección presidencial. Piensa y repiensa sin encontrar la cuadratura a aquello que hasta hace algunos meses era “pan comido”. AMLO sabe que su movimiento perderá varias posiciones en las intermedias, pero aún cree que para “la grande” puede recomponer el camino.
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Hasta hace menos de un año el Presidente se veía repitiendo mayoría en San Lázaro y arrasando en casi todas las gubernaturas, casi con el mismo apoyo ciudadano del 2018. Las encuestas y sus amigos más cercanos se encargaron de ubicarlo, por mucho que buscó resistirse a creerles. No le ha quedado de otra: AMLO mira hacia el 2024 intentando salvar a Morena, y de paso, su tranquilidad para el retiro.
De esta manera, me hacen saber que el Presidente piensa, en primera instancia, alargar su mandato tres años más, echando mano de todo aquello que pueda con los números que alcance en el Congreso. Quizá lo logre, quizá no, pero lo intentará. Si no alcanza ese objetivo, buscará postular a un candidato que no lleve el apellido Ebrard o Sheinbaum, pues de sobra sabe que sus negativos podrían ser aprovechados por la oposición.
Si bien es cierto AMLO cambia de opinión sobre Ebrard o Sheinbaum con mucha facilidad, (y en un par de semanas podría considerarlos otra vez “inamovibles” en la carrera por sucederlo), lo cierto es que ya visualiza cinco nuevos perfiles para la boleta del 2024: Olga Sánchez (aunque se haya autodescartado), Ricardo Monreal, Santiago Nieto, Esteban Moctezuma, y como caso especial, Carlos Slim (así suene complicado o irreal).
AMLO sueña con que Sheinbaum o Ebrard recobren la fuerza que tenían antes de la tragedia en el metro, pues son, dice, “sus mejores gallos”, pero mientras eso se concreta o no, medirá a los nuevos contendientes en los meses por venir. Si ninguno madura y tanto su Jefa de Gobierno como el Canciller continúan “en la lona”, se vería obligado a recurrir al “mercado externo”, y ahí, podría convencer a algún “opositor”, o bien, preferentemente, al gran empresario de apellido Slim.
Falta mucho camino. Veremos qué ocurre.
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